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lunes, 15 de diciembre de 2014

DINERO SOBERANO: El velo monetario y el papel decisivo de la deuda


...the most dangerous people on the planet are those who sincerely believe something that is false.”


...la gente más peligrosa del planeta son aquellos que creen sinceramente en algo que es falso.”



Steve Keen, Debunking Economics (2ª Edición, 2011)



En la anterior entrada exponía el panorama general. Es hora de profundizar y, el primer paso, es considerar cuál es el impacto del dinero y la deuda en nuestro sistema económico.



He expuesto las grandes lineas de un sistema monetario que crea dinero de curso legal mediante el crédito bancario de manera pro-cíclica sin un verdadero control por parte de las autoridades monetarias. El reverso de esa creación excesiva o descontrolada de dinero en épocas de crecimiento económico generado por las burbujas de activos, es la destrucción de dinero cuando empresas y familias inician el proceso de desendeudamiento. Ya hemos mencionado la temida deflación por deuda que Soddy describió de forma temprana en 1926 y, que se ha fomentado en la zona euro mediante la llamada austeridad a pesar de ser un remedio con la misma base científica que las sangrías que practicaban los médicos medievales y renacentistas, es posible que te curaras, pero era a pesar de la sangría y no gracias a ella.



También, mencioné que el modelo del multiplicador que se explica en la facultades y escuelas de economía es engañoso, pues conduce a entender la relación causal entre la base monetaria (power money) y la masa monetaria (broad money) justo a la inversa de lo que la realidad evidencia. No obstante, ese modelo es útil a los efectos de mantener un velo de confusión sobre quién ostenta el poder de creación del dinero y cuáles son los extraordinarios privilegios que les concede, pues va más allá de ser un mero fenómeno económico.



Las sucesivas entradas se basarán y complementarán con el documento “Creating a Sovereign MonetarySystem” de Ben Dyson, Andrew Jackson y Graham Hodgson de la organización británica Positive Money así como en los libros “Modernising Money” (2013) de Dyson y Jackson y “Where does money come from?” (2012) de Josh Ryan-Collins, Tony Greenham, Richard Werner y Andrew Jackson. El documento es una exposición condensada del libro “Modernising Money”. Para su difusión he traducido el documento al castellano (“Creando un Sistema de DineroSoberano”). No obstante, en esta entrada vamos a tratar dos aspectos fundamentales de divergencia con la teoría neoclásica, el llamado velo monetario o neutralidad del dinero y, lo que es el reverso de la moneda de lo anterior, la omisión de la deuda en sus modelos por carecer de relevancia a nivel agregado. Para ello, nos apoyaremos en David Graeber y su libro “En Deuda: Una Historia Alternativa de la Economía” y Steve Keen y diversos de sus documentos y la segunda edición de su libro “Debunking Economics”.



El velo monetario



Para la teoría económica clásica y neoclásica, el dinero surge de forma natural del deseo de intercambio de todo ser humano, sin necesidad de intervención estatal o de cualquier autoridad. Es la solución a las dificultades que supone el trueque. La solución “natural” es convertir determinadas mercancías por sus idóneas características en dinero. Las características que se buscaban para que esas mercancías ejercieran la función de “dinero” eran que fueran valiosas, fácilmente transportables y divisibles para poder casar las operaciones de intercambio. Las mercancías que mejor cumplen esas características son los metales preciosos y, por encima de todos, el oro; aunque históricamente los objetos que han hecho funciones de dinero son innumerables y, no tenían necesariamente porque cumplir la totalidad de los requisitos citados. El gran economista clásico John Stuart Mill nos da una definición de esa visión del dinero como mercancía:



En resumen, no puede haber algo más intrínsecamente insignificante, en la economía de la sociedad, que el dinero; excepto por su carácter de artilugio para ahorrar tiempo y trabajo. Es una máquina para hacer rápida y cómodamente lo que tiene que ser hecho, que sin él se haría menos veloz y cómodamente; y como muchas otras clases de máquinas, sólo ejerce una influencia distinguible e independiente cuando no funciona.



De esta forma, las monedas acuñadas en metales preciosos se convierten, para los clásicos, en la definición misma de dinero y, esa imagen se mantiene para el imaginario popular, casi incólume, hasta nuestros días. Joseph Shumpeter describe esa concepción de la moneda como mercancía que ejerce de velo sobre el trueque de la siguiente forma:



El análisis real” proviene del principio que todo fenómeno esencial de la vida económica puede ser descrito en términos de bienes y servicios, de decisiones acerca de ellos y de relaciones entre ellos. El dinero entra en escena sólo como un artilugio técnico que se ha adoptado para facilitar las transacciones...mientras funcione normalmente, no afectará al proceso económico, el cual se comporta de la misma forma como sería en una economía de trueque: esto es fundamentalmente lo que significa el concepto de dinero neutral.



Para el lector familiarizado con el monetarismo, la cita anterior le evocará la teoría cuantitativa del dinero. Dicha teoría refleja a la perfección el postulado de la neutralidad del dinero. La teoría cuantitativa no es más que una identidad contable, siempre cierta, entre la cantidad de dinero en circulación y las transacciones en el conjunto de la economía. Pero esta teoría, además de postular la neutralidad del dinero, también sostiene algo que es de nuestro máximo interés, que el banco central determina o, está en su mano determinar la cantidad de dinero en circulación de forma que no afecte al proceso económico, en otras palabras, velar porque esa neutralidad se mantenga suministrando el lubricante necesario para que los intercambios se produzcan sin fricciones.



Pero, antes de proseguir detengámonos en lo que David Graeber denomina, con acierto, el mito del trueque. Este mito está en el núcleo mismo de la teoría económica dominante y, aunque pueda parecer una explicación plausible, sin duda lo es, nunca ha sido confirmada. De hecho, historiadores y antropólogos jamás han encontrado en ninguna sociedad aquello que la teoría postula como el origen de dinero y, por el contrario, han encontrado numerosas pruebas en contra de la hipótesis planteada. Como suele ocurrir en economía se ha seguido la pauta habitual, ignorarlo y seguir explicando la parábola de Adam Smith como un relato cierto del nacimiento del dinero. Visto desde fuera y, a primera vista, puede parecer un tema menor, en todo caso, si la hipótesis no se confirma parecería sensato abandonarla en favor de otras que se adaptarán mejor a los hechos. Pero aquí, además de la pauta habitual de ignorar las críticas, hay algo más esencial en el tema de la fábula del origen de dinero a lo que no puede renunciarse sin, por así decirlo, vender el alma al diablo.



Dice Graeber respecto a la fábula de Adam Smith por la que a partir del truque surge el dinero:



Es evidente que esta historia jugó un papel crucial no sólo en la fundación de la disciplina de Economía, sino en la propia idea de que había algo llamado «economía», que operaba según sus propias reglas, apartada de la moral o de la vida política y, que los economistas podían tomar como su campo de estudios. «La economía» es aquella actividad en que nos abandonamos a nuestra propensión natural a trocar e intercambiar. Seguimos trocando e intercambiando. Siempre lo haremos. El dinero es tan sólo el medio más eficaz.”



Por lo tanto, la fábula nos da una coartada, aquel lugar donde nuestra alma económica se desarrollará sin cortapisas. Lo que está en juego es el mercado como entidad “natural” de ordenación, mediante precios que son medidos en unidades de cuenta que permiten un intercambio fluido. El motor último, es la diferencia positiva de utilidad que cada parte de la transacción obtiene con el intercambio. Nuestra naturaleza humana nos lleva al intercambio, como sostenía Adam Smith; por eso, el mercado es algo que surge de forma espontánea y, el dinero, es un perfeccionamiento en esa singladura.



Lo decisivo para los economistas es el intercambio mismo, como dice Graeber, el dinero no es importante. La economía real, una vez levantado el velo monetario, no son más que vastos sistemas de trueque. Como bien señala:



El problema es que la historia demuestra que, sin dinero, esos vastos sistemas de trueque no se dan. Incluso cuando las economías «regresan al trueque», como se decía de Europa durante la Edad Media, no abandonan realmente el uso de dinero. En la Edad Media, por ejemplo, todo el mundo continuó tasando el valor de herramientas y ganado en la antigua moneda romana, pese a que las propias monedas habían dejado de circular.



Lo que hace que nazcan los mercados y, eso es realmente lo que hace imposible abrazar cualquier otra explicación del origen del dinero que no sea la fábula de Smith, es la intervención del gobierno, sin él no hay mercado en el sentido capitalista del término. No se trata de una mano divina que determina la asignación eficiente, sino de un νόμος, es decir, una construcción social. El νόμος capitalista se configura a través de los precios, para ello el dinero es esencial, pero un dinero que requiere la intervención del estado no parece compatible con la idea de un equilibrio natural en el que ese estado debe limitarse a mantener y defender los derechos de propiedad y solucionar las disputas sobre los mismos. La colaboración del estado es imprescindible para crear y sostener el mercado imponiendo el dinero para los intercambios a través de los tributos. El dinero, según la fábula, debería nacer de una forma espontanea como la evolución lógica del deseo irrefrenable del homo œconomicus de intercambiar en su propio provecho, primero el trueque y luego el dinero. No es negociable, ni siquiera con la realidad. En todo caso, la realidad debe estar equivocada y, por lo tanto, debe ser, una vez más, ignorada.



El dinero nace a través del crédito, primero es una mera obligación no cuantificada de carácter personal y, en consecuencia, no transmisible. Posteriormente, se cuantifica en unidades y, sólo entonces, se convierte en deuda y se puede transmitir. La razón de esta conversión para Graeber es:



En lugar de emplearse para adquirir cosas, se suelen usar para arreglar las relaciones entre las personas. Sobre todo, para acordar matrimonios y solventar disputas, especialmente las surgidas por asesinatos o daños personales.



Hay muchas razones para creer que nuestro dinero comenzó de la misma manera, e incluso el verbo inglés para pagar (to pay) proviene originalmente de una palabra que significaba «calmar, pacificar», como al dar a alguien algo precioso, por ejemplo, para expresar lo mal que te sientes por haber matado a su hermano en una pelea de borrachos y, cuánto desearías que esto no se convirtiera en el origen de una larga enemistad sangrienta.



En consecuencia, el dinero nace en forma de obligación personal, después se cuantifica para zanjar asuntos que nada tienen que ver con el intercambio de bienes cotidianos. Sólo posteriormente, se convierte en algo material y está normalmente vinculado a la guerra o la violencia, es decir, para realizar intercambios entre extraños entre los que no hay confianza. Es importante resaltar que cuando el dinero físico ha desaparecido de circulación en diferentes períodos históricos, el dinero virtual sigue existiendo. En contra de la creencia extendida que el dinero virtual es algo reciente, los estudios antropológicos nos muestran que, en durante largas épocas se ha utilizado dinero virtual, sin que hubiera intercambio de dinero físico. El dinero era la unidad utilizada para registrar y administrar las deudas, sin que circulase materializado en monedas.





Para finalizar este apartado, retomamos la neutralidad del dinero en la teoría neoclásica. El postulado de neutralidad es fundamental en los modelos de equilibrio general, vastos sistemas de trueque, en los que existe perfecta información sin costes de transacción. En estos mercados en equilibrio que sólo pueden ser perturbados por causas “exogenas”, las cantidades demandas y ofertadas se cruzan para establecer el precio de equilibrio. Pero si existe información perfecta y no hay costes de transacción se sigue que ni el dinero ni los intermediarios (bancos) son necesarios, el trueque debería funcionar sin necesidad de lubricación. ¿Por qué?. Estamos en el universo del relojero, con procesos reversibles, donde no existe la termodinámica, por lo tanto, no hay “fricciones”, es una máquina de movimiento perpetuo. Las bases de la teoría descansan en unas hipótesis tan irreales que cuando se someten a escrutinio lógico se derrumban. Como se expone en “Where does the money come from?:



Si, de hecho, todo el mundo tiene información perfecta en cualquier momento acerca de todo, como el subastador de Walras, pueden realmente intercambiar bienes y servicios al estilo del trueque sin necesidad de una mercancía como el dinero que les proporcione información acerca del valor de las cosas de esos bienes y servicios. Entonces, paradojicamente, bajo condiciones de perfecta información y certidumbre, el dinero se convierte en redundante lo cual, por supuesto, en primer lugar socava la explicación neoclásica del los orígenes del dinero como mercancía para el intercambio.





En la economía neoclásica, el dinero siempre parece provenir de los intercambios en el mercado, en contra de la percepción general que primero se obtiene el dinero y después se produce para vender en el mercado. Es decir, el capital financiero es previo a la producción como señaló Karl Marx de esta forma:



Este es el por qué se llama “capital-ismo”. Por lo que construir un modelo que comienza con el mercado liquidando y asignando y, a continuación, tratar de encajar el dinero como un velo sobre lo anterior carece de sentido.



Por todo ello como sostenía Hyman Minsky:



...no podemos entender cómo funciona nuestra economía, primero solucionando los problemas de asignación y, después, añadiendo las relaciones financieras; en una economía capitalista la asignación de recursos y la determinación del precio están integradas con la financiación de la producción, las posiciones en los bienes de capital, y el vencimiento de los pasivos. Esto significa que los valores nominales (precios monetarios) importan: el dinero no es neutral.



Finalmente, si el dinero es una mercancía no hay explicación plausible para el dinero fiduciario que está sólo respaldado por confianza. En realidad, todo dinero es siempre fiduciario aunque sean monedas de metales preciosos que tanto cautivan la imaginación. Como dijo el historiador Niall Ferguson:



El dinero no es metal. Es confianza grabada.



La relevancia de la deuda en los ciclos económicos



De la neutralidad del dinero se deriva la desaparición de los bancos y, del sistema financiero de los modelos del paradigma neoclásico. No son más que una correa de transmisión para que la economía real funcione mejor al facilitar las transacciones. Importante, sin duda, pero su estudio nos distraería de lo realmente relevante que es el mercado como lugar de encuentro entre agentes económicos que buscan maximizar su utilidad a través de intercambios de bienes y servicios.



Por eso, la creación del dinero y el nivel de endeudamiento no tienen relevancia, ni siquiera son cosas que podamos vincular. Desde este punto de partida, no puede sorprender que ante los elevados niveles de endeudamiento, previos al estallido de la crisis financiera, nadie tuviera la más mínima preocupación. Por el contrario, la ebullición de productos financieros cada vez más sofisticados elaborados por la creatividad e ingenio de una pléyade de entusiastas participantes en los mercados financieros, parecían crear riqueza de la nada, desafiando las leyes de la termodinámica, pero reduciendo y controlando los riesgos; algo que desde fuera sólo podía ser visto como el milagro de la multiplicación de los peces y los panes. No había ningún milagro, ni los mercados financieros con el egoísmo en estado químicamente puro de sus participantes fijaban los precios correctamente de los activos, ni la deuda era necesariamente algo positivo. Como veremos en posteriores entradas, las asimetrías en la información tienen consecuencias devastadoras en los mercados de crédito introduciendo sesgos que agudizan los vaivenes en la economía real.



En contra de esta percepción, expondré algunas de la razones por las cuales la deuda privada tiene gran relevancia y, en consecuencia, la creación de dinero también. La siguiente afirmación es la clave y, merece ser estudiada con detenimiento porque no concuerda con lo que se explica del funcionamiento de los bancos en particular y, del sistema financiero en general.



No obstante, antes debemos afrontar lo que son concepciones completamente erróneas de lo que es un banco.



La primera, es la de considerar que se trata de una especie de hucha donde se deposita el dinero para cuando se necesite, sin que los bancos utilicen ese dinero. Se trata de una visión completamente naíf pero era la que tenían en el RU una de cada tres personas a las que se les pregunta sobre el sistema bancario.



Otra idea errónea, mucho más extendida, se refería a la transmisión de la propiedad del dinero cuando es depositado en el banco. La mayoría de la gente de esa encuesta, un 77%, pensaba que ese dinero les pertenecía legalmente a ellos. Puede parece una idea similar a la anterior, pero no es así. En este caso, hay gente que es consciente de que el banco emplea su dinero, pero piensa que de alguna forma continúa siendo suyo. La cuestión es que cuando se deposita el dinero se transfiere la propiedad del mismo, adquiriendo el banco una deuda con su cliente que refleja como un pasivo en su balance.



La tercera idea, que tenía un 61% de los encuestados, era que los bancos eran mediadores entre ahorradores e inversores. Esta concepción es consistente, con algunos matices, con lo que cualquier economista neoclásico nos explicaría, seguramente a través del modelo del multiplicador bancario. El negocio consiste en captar el dinero de aquellos que no desean consumir en este momento y, tienen un excedente para prestárselo a los que no tienen dinero pero quieren invertirlo o gastarlo ahora devolviendo una cantidad superior en el futuro. La labor de los bancos es captar, agrupar los fondos para los préstamos y casar los plazos (descalce de plazos) entre el tiempo que los diferentes ahorradores prevén dejarle el dinero (o simplemente el tiempo efectivo que realmente lo dejan aunque sean depósitos a la vista) y, el tiempo que concede a los prestatarios para devolverlo. Su beneficio proviene del diferencial que existe entre el interés que paga a los clientes que le ceden su dinero y el que cobra a sus prestatarios. Las grandes cantidades que manejan y los flujos de entrada y salida (ley de los grandes números) les permiten, bajo ciertas hipótesis de estabilidad, convertir plazos cortos o a la vista en financiaciones a más largo plazo. En otras palabras y simplificando, no necesitan alguien que les ceda dinero durante 30 años para financiar un préstamo hipotecario de ese mismo plazo.



La misión de los bancos es, en consecuencia, casar esas operaciones y permitir que la salida de dinero del flujo económico se vuelva a inyectar mediante préstamos. De lo contrario, el flujo circular, tan repetido en los libros de introducción a la economía, se contraería si ese dinero no fuera reinyectado. El problema que puede surgir en este modelo es esencialmente que los bancos se equivoquen y, presten demasiado a un sector de la economía que no cumpla con las expectativas. Pero dado que partimos de un modelo que tiende al equilibrio en el largo plazo, esas equivocaciones se compensan y, por lo tanto, en ese largo plazo las decisiones de los bancos no son importantes y pueden ser ignoradas.



Aquí subyace una idea totalmente errónea, como Kyenes señaló; y, es que elevados niveles de ahorro han de producir elevados niveles de inversión que contribuyen al flujo económico. Por el contrario, bajos niveles de ahorro reducirían la inversión. En otras palabras, es el nivel de ahorro el que determina la inversión. Veremos que dada la capacidad de los bancos de crear dinero de la nada (ex nihlo) tal visión es completamente inconsistente con la realidad.



Hay otra razón importante, tal vez la verdadera y autentica razón, para dejar de lado al dinero y la deuda de los modelos neoclásicos. Esa razón es el equilibrio que los modelos neoclásicos imponen, que excluye crisis financieras como las que padecemos. Hyman Minsky decía:



El modelo abstracto de la economía neoclásica no puede generar inestabilidad. Cuando se construyó la síntesis neoclásica, los bienes de capital, los acuerdos financieros que se centran entorno a los bancos y a la creación de dinero, las limitaciones impuestas por los pasivos (deuda) y los problemas asociados con el conocimiento acerca de la incertidumbre del futuro fueron ignorados.”



La cuestión esencial, es que los modelos neoclásicos no pueden prever la existencia de crisis como la presente pues ignoran totalmente el papel de los bancos y la deuda y, por consiguiente, de la creación de dinero. Es cierto, que se pueden aplicar “imperfecciones” a sus modelos en un intento de explicar en retrospectiva los hechos, pero carece de cualquier valor. Tal como afirmó Robert Solow (2001) al que cita Keen en Debuking Econcomics (2011):



, el añadido de “imperfecciones” resulta en un modelo que tiene mejor aspecto y se ajusta mejor a los datos simplemente porque estas imperfecciones han sido escogidas por economistas inteligentes para hacer que los modelos funcionen mejor.



En nuestra economía cuando hay un ciclo expansivo, tal como Shumpeter estableció, la demanda agregada es igual a la producción más el aumento de la deuda. Por lo tanto, el crédito, no puede provenir en exclusiva del ciclo económico actual, sino que tiene que fundarse en las expectativas futuras que la deuda representa y que tiene una representación monetaria en la explosión de la liquidez.



Es importante tener presente que, una vez iniciamos un ciclo de expansión de deuda estamos atrapados en un proceso peligroso, pues no sólo necesitamos que la deuda se expanda sino que lo haga a un ritmo igual o creciente. Esto no es nada intuitivo, así que tomaremos un ejemplo de Steve Keen (2011) para explicar el modelo de Shumpeter.



Tenemos una economía con un PIB de 1 billón de euros que crece al 10% anual en términos nominales con una inflación del 5%. Esa economía aumenta su deuda a un ritmo del 20% anual, partiendo en el año cero de una deuda que es de 1,25 billones de euros. La demanda agregada de esa economía durante el transcurso del año 0 será de 1,25 billones de euros, 1 billón de la producción anual, más 250 mil millones del aumento neto de deuda. La deuda total al final del año 0 será 1,5 billones por el aumento del 20% respecto al inicio del año.



En el siguiente año, que denominaremos 1, el PIB continua creciendo al 10% nominal con la misma inflación, pero el aumento de deuda se reduce a la mitad, el 10%. ¿Qué efectos tiene sobre la demanda agregada esa reducción?.



La demanda agregada, que se deriva por una parte de la producción será de 1,1 billones (el billón del año pasado más el 10% de aumento nominal), la otra parte proviene del aumento de deuda cuyo nivel es ahora de 1,5 billones (1,25 billones iniciales más los 250 mil millones de aumento neto del año 0), será de 150 mil millones. Así, la demanda agregada será 1,1 billones de producción del año anterior más el aumento de deuda citado lo que se traduce en un total 1,25 que es exactamente la misma demanda agregada que el año anterior.



Sin embargo, el lector observará que estamos hablando en términos nominales, luego estamos comparando peras con manzanas, ya que la inflación anual es del 5% y, en consecuencia, la demanda del año 1 es inferior en un 5% a del año 0. En otras palabras, una disminución a la mitad del ritmo de aumento de deuda se traduce en una severa disminución de la demanda agregada.



De este modelo, lo decisivo no es percatarse de la importancia de mantener el ratio de endeudamiento para mantener la demanda agregada, sino de dónde viene esa deuda.



En el modelo de Shumpeter como explica Keen, se ignora el mercado de capitales y se simplifica suponiendo que el ingreso que proviene de la retribución de los factores de producción se emplea en el consumo y, el aumento de deuda financia la formación bruta de capital. De lo cual, se deduce que el crédito no puede venir de la retribución de los factores ya que se emplea en consumo, no hay privación de consumo presente para diferirlo al futuro. Eso es importante, pues nos da un punto de vista radicalmente distinto de los modelos donde el crédito es una mera transferencia entre los que desean ahorrar y los que quieren invertir.



La conclusión es que ese nuevo dinero, que es prestado, es creado por los bancos de la nada (ex nihlo) lo que en palabras de Keen nos lleva a afirmar:



El sector bancario, por lo tanto, debe tener la capacidad de crear poder adquisitivo.”



Ciertamente, cuando afirmamos que los bancos pueden crear dinero a través de los préstamos, estamos diciendo que son capaces de crear poder adquisitivo de la nada.



En el modelo de Shumpeter, la severidad de los ciclos va a depender de como se emplea el dinero creado, ya que no será igual que se emplee en inversiones que generen aumentos de la producción que se aboquen al aumento del precio de activos pre-existentes. En el primer caso, aunque los ciclos de deuda conllevan recesiones no se produce la implosión del sistema, pues existe un aumento real de la capacidad de producción. En el segundo caso, estamos ante burbujas en el precio de determinados activos, lo que denominaríamos esquemas Ponzi en términos de Minsky. Es decir, no sólo hay compras de activos producidos en el flujo anual, sino de activos pre-existentes. En este caso, las consecuencias de los ciclos de implosión de deuda pueden ser mucho más severas; especialmente, si el gasto gubernamental se restringe (austeridad) y/o se combina con una baja inflación o deflación.



Para visualizar mejor el impacto que los cambios en el ritmo de aumento de la deuda pueden provocar en la demanda agregada, en comparación con su impacto en las cifras del PIB, reproduciremos las cifras que da Keen de la economía de EEUU en los años 2007/8 y 2008/9, con el modelo de Shumpeter.






Año 2007/08 2008/09
Crecimiento real 2,30% -2,70%
Inflación 4,30% 0,00%
PIB Nominal 14,29 B $ 14,19 B $
Deuda Nominal 40,6 B $ 42,1 B $
Tasa de variación de la deuda 28,10% 10,70%
Crecimiento de la deuda 4 B $ 1,52 B $
Demanda nacional agregada 18,3 B $ 15,7 B $
Variación de la demanda nominal N/A -2,6 B $
Tasa de variación de la demanda nominal N/A -14,20%
Demanda agregada real 18,3 B $ 15,7 B $
Tasa de variación de la demanda real N/A -14,20%






Una advertencia, como la inflación fue del 0%, la demanda real y nominal coinciden. Creo que la cifra del -14,2% nos indica, claramente, el impacto brutal en la demanda agregada que tuvo la crisis financiera, nada más y nada menos que 2,6 billones de dólares con una disminución importante de la tasa de variación de la deuda, que no obstante continuaba creciendo a una nada despreciable cifra del 10,7%. Si comparamos la cifra de 2,6 billones con los 100 mil millones que disminuyó la estimación de la producción anual, nos percatamos de cuánta importancia tiene la deuda y, por ende, la creación de dinero en nuestro sistema económico. No olvidemos que el nivel de empleo viene determinado por la demanda agregada; por eso, no es difícil colegir el desplome de la ocupación en España si pensamos en términos de demanda agregada tal como la hemos definido ante la caída brutal del crédito.



Otra advertencia, la demanda agregada que hemos definido nada tiene que ver con la igualdad contable que se explica en los libros de economía que se refiere exclusivamente, no podría ser de otra forma ante la irrelevancia de la deuda, al flujo circular económico por lo que la producción es equivalente a la demanda agregada.



En definitiva, la deuda y su variación, que debe ser alimentada mediante la creación de dinero de los bancos, tienen un papel protagonista en la economía. Si la deuda se invirtiera en actividades que aumentaran el flujo de producción (posteriormente, haré una advertencia sobre esta cuestión), los ciclos de deuda serían controlables. Sin embargo, el problema es que la propia estructura y funcionamiento del sistema bancario es un obstáculo para ello. El sistema tiende necesariamente a generar burbujas de acuerdo con la hipótesis de inestabilidad de los mercados financieros de Minsky.



Finalmente, voy a dar una pincelada a lo que Keen denomina el impulso del crédito, que es la aceleración o desaceleración en la tasa de variación de la deuda. Keen establece que existen tres factores esenciales para entender el impacto de la deuda en la economía:



- El nivel de deuda

- La tasa de variación de la deuda

- La tasa de aceleración de la tasa de variación de la deuda



Todos los anteriores factores comparados con el PIB que es una magnitud de flujo.



El primer factor, nos muestra cuál es la carga que el sector financiero representa sobre la economía medida como el diferencial de los intereses que cobra sobre los préstamos y paga a los depósitos ajustados por el nivel de inflación. Este dato es importante para posteriores entradas, pues como veremos, el derecho de señoreaje que obtiene el sector bancario es el interés que cobra sobre los préstamos, si crea préstamos de la nada la diferencia anterior se amplia, lo que genera incentivos para aumentar la deuda (especialmente porque el riesgo de impago es transferido al estado) y, en consecuencia, la carga que el sistema financiero representa sobre la sociedad.



El segundo factor, muestra el impacto sobre el aumento o la disminución de la demanda agregada (ver los ejemplos anteriores). También, podemos decir que muestra claramente aquello que los modelos que omiten la deuda no tienen en cuenta.



El tercer factor, es más elusivo, muestra la tendencia de crecimiento del producto y del empleo a corto plazo. Keen nos dice que el impulso del crédito es la clave de la naturaleza cíclica de la economía que explica de la siguiente forma:



Para mantener una tasa de empleo estable, la tasa de crecimiento de la demanda agregada debe ser igual a la tasa de crecimiento del empleo y la productividad del trabajo, ambas relativamente estables. Pero, ya que la tasa de crecimiento de la demanda agregada depende de la tasa de crecimiento del PIB y de la aceleración de la deuda, una tasa de crecimiento estable de la demanda agregada requiere una constante aceleración de la deuda.”



Lo anterior es un poco enrevesado y nada intuitivo pero veamos cuál es la lógica en palabras de Keen:



La lógica aquí proviene de la simple extrapolación de observar que el nivel de demanda agregada es la suma del PIB más el cambio de la deuda: dado lo anterior, el cambio en la demanda agregada es igual al cambio en el PIB más la aceleración de la deuda. Por lo tanto, el factor que determina el impacto de la deuda sobre la tasa de crecimiento económico—y de ahí el cambio en la tasa de desempleo—no es la variación de la deuda, sino la tasa de variación de la tasa de variación.”


Correlación entre la demanda agregada financiada por deuda en EEUU y desempleo

Esta es la explicación de los ciclos de crédito que dominan la economía en los cuales los bancos, omitidos por los análisis convencionales (recordemos la Gran Moderación) tienen el papel protagonista. La única manera de evitar los ciclos sería que la aceleración de la deuda fuera cero. Si hay una aceleración positiva constante se sigue que la deuda sería prácticamente infinita en relación al PIB con el transcurso del tiempo, lo que es absurdo.



Las dos grandes crisis del capitalismo en los últimos cien años han tenido como protagonista los ciclos de expansión de deuda que ha financiado una demanda agregada muy superior al flujo de producción anual. La respuesta de la economía dominante ha sido una vez más mirar hacia otra parte y, ante la evidencia del desastre hablar de imperfecciones e introducir “epiciclos” y “equantes” en sus modelos para asegurarnos que ahora sí que lo pueden explicar.



El propósito de esta explicación es enfatizar la importancia del dinero y la deuda en el sistema económico en contraposición con los modelos neoclásicos que sistemáticamente la omiten. No es una mera cuestión académica, pues sobre la base de esos modelos, se confeccionan políticas económicas que producen resultados que son, en muchos casos, deficientes y, en otros, simplemente catastróficos. Keen concluye que no es posible omitir la importancia decisiva en la economía de la deuda y del sistema financiero:


Los datos respecto de la deuda confirman las conclusiones que se pueden alcanzar evaluando la coherencia lógica—o la falta de ella—en la teoría neoclásica: todas las elecciones metodológicas realizadas por la economía neoclásica eran erróneas. La creencia que la economía puede ser reducida a la microenconomía es falsa; dinero y crédito no pueden ser ignorados, el capitalismo no puede ser modelizado con un único “agente representativo”, las finanzas desestabilizan la economía y, la economía esta en permanente desequilibrio.



Es imprescindible, tener una perspectiva sobre el peso real y decisivo que tienen los bancos con su capacidad de crear dinero mediante deuda en nuestra economía y, los efectos devastadores que ese poder tiene sobre la vida de la inmensa mayoría de la población. Lo más impactante, es la casi total ignorancia que existe de esta realidad, ignorancia que no me cabe duda es querida y fomentada por aquellos que detentan y sacan provecho de ese poder. Como dice Keen explicando la Gran Depresión (1929) y la Gran Recesión (2007/8) en relación con el papel del sistema bancario:



Esto concuerda con una de las implicaciones del modelo monetario del capitalismo. …: los bancos aumentan sus beneficios mediante el aumento de deuda y, en consecuencia, tienen un incentivo para incrementar la deuda lo más rápidamente posible. La forma más fácil de hacerlo es financiando esquemas Ponzi, los cuales son la seña de identidad tanto de los “Roaring Twenties” como de los “Noughty Nineties”



En entradas posteriores, desarrollaré la hipótesis de la inestabilidad de Minsky y, las razones por las que el sistema bancario propicia tal inestabilidad cuando nos detenemos en los detalles de su funcionamiento y, cuáles son las evidentes ventajas que un sistema de dinero soberano ofrece sobre el actual, por desvincular la creación de dinero de la deuda, que como hemos comprobado tiene un papel protagonista en las grandes crisis del capitalismo. Finalmente, consideraré el fenómeno desde el punto de vista de la economía ecológica y, veremos que esas inversiones “productivas” que persigue el aumento del flujo no son, a día de hoy, una solución al problema.

lunes, 10 de noviembre de 2014

DINERO SOBERANO: Plantemiento del problema

El sistema financiero ha estado en el ojo del huracán desde la crisis de 2007-08 siendo señalado con el dedo acusador de ser el principal causante, provocando burbujas en diferentes activos, especialmente en los inmuebles a nivel casi global, aunque determinadas zonas han sido y siguen estando más afectadas por sus consecuencias.

Se han anunciado reformas diversas del mismo pero, que están muy lejos de afrontar los verdaderos problemas como veremos.

Los economistas de “main stream” también, han sido duramente golpeados, al menos, en su amor propio por las consecuencias de la crisis, aunque han elaborado una narrativa, explicación en retrospectiva, que les permite, así lo creen, mantener su “status quo” como gurus de la tribu económica.

La crisis agitó unas aguas que parecían tranquilas pero, que con una mirada algo más penetrante se descubría que bajo esa tranquilidad había corrientes de una gran potencia que iban a conformar un mundo muy diferente del que conocemos. Incluso, el Presidente en aquel entonces de la Republica Francesa, Nicolas Sarkozy, se aventuró a proclamar que había que refundar el capitalismo sobre bases éticas, un verdadero oxímoron.


Visto con una perspectiva de más de 7 años, desde los primeros síntomas, el impulso reformista está prácticamente agotado y el “business as usual” es la tónica imperante. Sin embargo, nada de esto se debe a que las aguas hayan vuelto a su cauce, lejos de eso, el mundo se enfrenta a un crecimiento del producto anémico (que en este blog por diferentes motivos denominamos antieconómico), en comparación con cualquier período de recuperación anterior a las diferentes crisis, después de la Segunda Guerra Mundial. En algunas zonas económicas como la Zona Euro se habla de tercera recaída en la recesión en sólo 6 años, todo un hito.

Una de las cosas más destacables desde una perspectiva económica, es que la crisis fuera causada por un sector que desde el punto de vista del corpus doctrinal neoclásico es algo meramente auxiliar, una mera lubricación para el funcionamiento de la economía “real” que no hace más que de intermediario entre ahorradores e inversores. El dinero y el sistema financiero carecen de relevancia para el paradigma dominante, lo que como mínimo para un profano debe resultar asombroso y, ciertamente, lo es.

¿Como es posible entender algo así?. Lo cierto, es que no resulta difícil de comprender si conocemos el paradigma neoclásico y su forma de ver el mundo o visión pre-analítica donde la economía es el todo relevante y, no sólo eso, sino que el individuo es completamente asocial, actúa de forma independiente sin establecer relaciones de superior complejidad a las meramente económicas.

Pero lo que aquí nos interesa, es su visión del sistema financiero, para ello que mejor que recurrir a Steve Keen azote de los economistas neoclásicos en su artículo “Teoría económica ptolemaica en la era de Einstein: Krugman, eldinero y la banca”. Krugman es un firme defensor de los bancos como meros intermediarios entre ahorradores e inversores, negando que los bancos puedan crear dinero o, que lo puedan hacer fuera del control de banco central, es decir, que el control de la base monetaria permite determinar de una manera efectiva la masa monetaria. Esto, además implica un relación de causalidad, que es descrita en el modelo del multiplicador bancario y, en la que radica el meollo de la cuestión.

La referencia al modelo Ptolemaico puede que para algunos resulte excesiva, pero creo que se trata de una de esas comparaciones y, no hay muchas, donde existen paralelismos asombrosos en la defensa numantina de posiciones que son contrarias a los hechos, pero que resisten contra viento y marea las críticas, a pesar de estar en una posición de precariedad que cualquier análisis riguroso evidencia. Pero como acostumbra a suceder en el paradigma neoclásico cuando algo perturba simplemente se ignora. El caso de la controversia sobre el capital de los dos Cambrigde es el caso más flagrante de olvido. En una reciente conferencia sobre si la enseñanza de la economía estaba en crisis cuando, después de señalar las excelencias del actual paradigma cuestioné al ponente, un renombrado catedrático, sobre los innumerables esqueletos en el armario y, respecto de la controversia, me dijo que estaba completamente resuelta y que ya no existía tal cuestión. En realidad, seguramente el ponente nunca se ha preguntado sobre el tema y, ha hecho lo que todos los economistas ortodoxos, ignorarlo y autoconvencerse de que tal cosa ni siquiera ha existido. Lo irónico es que insistía en la utilización del método científico en la economía. Debo suponer que se trata de un método que nada tiene que ver con el de Popper, creado ad hoc para evitar preguntas incómodas. Como me dijo una colega, es igual lo que les digas, no te van a escuchar, no les interesa.


El problema, como expone Keen, parte de la teoría del equilibrio general enunciada por Léon Walras, una expansión a la economía en su conjunto de la famosa “Ley” de Say, toda oferta crea su propia demanda. En esa teoría, que busca emular la teoría de la gravitación universal de Newton, los ajustes se realizan vía los precios relativos, todo en relación con todo, el dinero no representa más que un velo, es útil pero esconde el verdadero mecanismo por el que los mercados tienden a un equilibrio, es como hemos dicho antes un mero mecanismo de lubricación. Además, cabe añadir que eso se realiza de forma descentralizada, la famosa mano invisible, sin necesidad de intervención. El hecho de que en realidad el mercado es creado por el estado y no sobrevive sin él, no parece hacer mella en la teoría, como tantas cosas lo mejor es ignorarlo.


Escribe Keen después de describir la teoría Ptolemaica:

¿Por qué trae eso a la mente a la teoría económica neoclásica?. Por muchas cosas. Veamos:

Por lo pronto, hay similares principios subyacentes a los modelos DGSE [Equilibrio General Dinámico Estocástico, por sus siglas en inglés] que ahora dominan la teoría macroeconómica neoclásica, y como en el caso de la astronomía ptolemaica, esos principios subyacentes son manifiestamente incapaces de describir el mundo real. Son éstos:

1) Todos los mercados son sistemas de trueque que se hallan en equilibrio siempre, en ausencia de shocks exógenos (incluso durante las recesiones), y luego de un shock exógeno, rápidamente vuelven al equilibrio a través de ajustes instantáneos de los precios relativos.

2) Las preferencias de los consumidores y la tecnología empleada por las empresas son los ‘parámetros profundos’ de la economía, y no pueden ser alterados por ninguna política puesta por obra por quienes toman decisiones de política económica.

3) La competencia perfecta es universal, asegurando que el equilibrio descrito en el punto 1 es socialmente óptimo.

Pero, como el mundo real, no casa con los modelos basados en principios, lo que hacemos es introducir modificaciones para que los datos concuerden. Cualquier economista del mainstream contestará, lo que describes nada tiene que ver con los actuales modelos extremadamente sofisticados, con racionalidad limitada, rigideces en los precios, información imperfecta y todo tipo de “Epicíclos” y “Equantes”, en definitiva lo que sea menester. El problema como señala Keen es:

Eso es teoría económica ptolemaica: toma un modelo manifiestamente inverosímil que, en su forma más pura resulta de todo punto incapaz de dar cuenta de los datos del mundo, y añade “imperfecciones”, de modo que salve las apariencias.

Se trata, en términos talebianos (Taleb), de una mera explicación retrospectiva o narrativa, pues carece de cualquier capacidad para describir más que aquello que ya ha pasado, se introducen los “Epicíclos” y “Equantes" correspondientes y “voilà” nos ajustamos a los datos, ya tenemos un modelo satisfactorio de la realidad. Esto puede parecer recochineo, pero no lo es, por desgracia es algo muy real. Son tan atractivos los principios que nos conducen a un equilibrio general descentralizado, que parece imposible renunciar a tal belleza, hay que hacerla encajar con la realidad aunque sea a martillazos. Keen en su artículo cita un trabajo de Oscar Jordà y otros (2011) donde se expone lo siguiente:

Este trabajo estudia el papel del apalancamiento en el ciclo económico. Basándonos en la investigación de cerca de 200 episodios recesivos en 14 países avanzados entre 1870 y 2008, descubrimos que un hecho nuevo y llamativo en el ciclo económico moderno: los auges más intensivos en crédito tienden a ser seguidos por recesiones más profundas y recuperaciones más lentas. Hemos descubierto una estrecha relación entre la tasa de crecimiento del crédito en relación con el PIB en la fase expansiva y la gravedad de la recesión subsiguiente. Usamos métodos de proyección para estudiar el impacto del apalancamiento en el comportamiento de variables macroeconómicas clave como la inversión, el fin de mes, los tipos de interés y la inflación. Los efectos del apalancamiento son particularmente intensos en recesiones que coinciden con crisis financieras, pero están también presentes de otra forma en los ciclos normales. Los notables hechos descubiertos vienen en apoyo de la idea de que los factores financieros juegan un importante papel en el ciclo económico moderno.”

Si es así, ¿por qué no tienen relevancia esos factores en la teoría neoclásica?. Esto tiene una importancia crucial, pues en los modelos neoclásicos el nivel de deuda carece de relevancia. Evidentemente la tiene, como sostiene Keen y como lo hacia Minsky y, sobre todo, como nuestra tozuda realidad nos muestra cada día. Pero no dejemos que la realidad estropee nuestros principios que dan lugar a tan bella teoría. ¿Por qué iba Newton a renunciar a su teoría por no haber encontrado un mojón que le permitiera establece el espacio y el tiempo absoluto?. Sin duda Newton no debía hacerlo, pues su extraordinaria teoría es completamente efectiva, aunque falsada, para muchas cosas habituales de nuestro mundo y continúa siendo utilizada a plena satisfacción, conociendo sus límites, para aquello que no sirve. Nadie se empeña en ponerle “Epicíclos” para que “funcione” y ajustarlo a los datos que no puede predecir, mediante “imperfecciones”.

La realidad se impone de forma que sólo negando lo evidente se puede sostener que los bancos no crean dinero cuando conceden un préstamo. No existe multiplicador monetario ninguno, de hecho como relata Keen, los bancos centrales ya hace mucho tiempo que han renunciado a mantener tal charada, que puede estar bien para los libros de texto, pero que resulta completamente estéril para su trabajo.

Lo cierto es como dice, entre muchos otros Keen, algo que resulta palmario:

..lo que hacen ahora los banqueros centrales es suministrar cualquier volumen de reservas necesario para mantener sus objetivos de tipos de interés a corto plazo.”

Completamente cierto y, muestra algo que es el quid de la cuestión y la causa de que las políticas de expansión de reservas por si mismas no causen los efectos que según la teoría del multiplicador deberían producir. El problema de la teoría del multiplicador es que entiende la causalidad justo al revés de como realmente es. Cada acción “heterodoxa” de los bancos centrales destinada a compensar la destrucción de dinero que provoca el desapalacamiento del sector privado, es una muestra de que no hay control ninguno de la base monetaria. Son los bancos comerciales los que hacen que la base se expanda, pero la expansión de esta última no genera una expansión de crédito y, por consiguiente, de la oferta monetaria.

Sin embargo, el papel del sistema financiero, la creación del dinero y su íntima relación con la deuda son cuestiones totalmente opacas, no sólo para los ciudadanos, sino para muchos políticos e incluso profesionales de la economía. En los años 20 del siglo pasado Frederick Soddy ya nos explicaba (1926):

No hay duda que todavía mucha gente, si no la mayoría, mostrarían una franca incredulidad si supieran que la cantidad total de dinero puede exceder vastamente el total de dinero emitido por el estado ,y puede ser y es creado por los prestamistas de un plumazo. ¡A menudo todavía leemos en la prensa que los bancos pueden sólo prestar el dinero ahorrado por sus clientes! Mucha gente todavía piensa que el dinero es lo que una vez fue, “un instrumento público que pertenecía y era controlado por el Estado”.

Han pasado casi 90 años y la frase tiene plena vigencia. En su libro The Role of Money (1936) nos explicaba de una forma clara cúal es el llamado poder del dinero:

El “poder del dinero” ha sido capaz de eclipsar ostensiblemente la responsabilidad del gobierno, no es meramente el poder de los ultra-ricos, es ni más ni menos, que una nueva técnica diseñada para crear y destruir dinero por medio de añadir o quitar números de los libros de cuentas de los bancos, sin la más mínima preocupación por el interés en el papel real que la comunidad debería jugar en esto... Permitir que sea una fuente de ingresos para emisores privados es crear, en primer lugar, un brazo secreto e ilícito del gobierno y, por último, un poder rival suficientemente fuerte para en último término derribar cualquier otra forma de gobierno.

No resulta extraño que el poder económico con la inestimable colaboración de la mayor parte de la profesión económica se haya empeñado en echar tierra, en forma de confusión, sobre la creación de dinero y el funcionamiento del sistema bancario. Lo más impresionante, desde mi punto de vista, es que se trata de una máquina de generar desigualdad, canalizando rentas a través del derecho de señoreaje y el riesgo moral de incentivos mal alineados a una escala varios órdenes de magnitud superior a la corrupción o el fraude fiscal.

Soddy, con su inteligencia preclara se dió cuenta pronto de los verdaderos propósitos de la economía dominante en su tiempo y que aún pervive hoy en día y, en lapidaria frase afirmó: “La economía ortodoxa nunca ha sido otra cosa que la economía de los propietarios de las deudas”.

Fue Soddy el primero en describir la teoría del dinero endógeno y lo hace con maestría en pocas lineas:

Préstamos Genuinos y Ficticios—Un préstamo, si es genuino, no crea un depósito, porque lo que el prestatario coge es a lo que renuncia el prestamista y, no hay aumento de la cantidad de dinero, sólo alteración de la identidad individual de los propietarios del mismo. Pero, si el prestamista no renuncia a nada todo lo que el prestatario recibe es nuevo dinero y la cantidad total se incrementa proporcionalmente. Tan deliberadamente se ha rodeado de confusión la verdadera naturaleza de este ridículo procedimiento por algunos de los más inteligentes y hábiles abogados que el mundo ha conocido, que todavía hay algo de misterio para la gente ordinaria, quienes sosteniéndose la cabeza confiesan que son “incapaces de entender las finanzas.” No se pretende que  fuese de otra forma.

Otros, como el eminente economistas Hyman Minsky (1986) creador de la hipótesis de la inestabilidad de los mercados financieros, también lo ha expresado con meridiana claridad:

La banca no consiste en prestar dinero; para prestar, el prestamista deber tener dinero. La actividad fundamental de la banca es aceptar, esto es, garantizar que un tercero es solvente. Un banco, aceptando un instrumento de deuda, acuerda realizar determinados pagos si el deudor no lo hace o no puede.

Aquí, el problema es que la garantía final recae en el estado y, en consecuencia, sobre los contribuyentes produciéndose un riesgo moral por la asimetría que esto provoca entre quienes recogen los beneficios, unos pocos, y quienes soportan las pérdidas de forma directa asumiendo mayores cargas tributarias y, de forma indirecta, pero mucho más insidiosa, con menos servicios públicos o de peor calidad y, con un deterioro más o menos acusado de su calidad de vida.

Soddy, fue el primero que desde fuera de la ortodoxia económica señaló que el emperador estaba desnudo. Nunca se le podrá agradecer el servicio que prestó. Bien es cierto, que la gran mayoría de economistas nunca le ha mostrado agradecimiento, no es menos cierto que su semilla germinó. Algunos economistas sobre la base de sus ideas, aunque sin reconocerlo, elaboraron propuestas que pretendía cambiar lo que Soddy había descrito con tanto acierto. Sin duda, el llamado Plan Chicago liderado por Irving Fisher y otros economistas de la Universidad de Chicago, es el ejemplo paradigmático. El plan como ya propuso Soddy casi una década antes y, quiero resaltar que antes de crack de 1929 y no a la estela de impacto de este acontecimiento, proponía eliminar la creación de dinero por parte de los bancos.

Pero Soddy señaló con acierto cuales eran las terribles consecuencias de un sistema profundamente inestable, recordemos que esto choca de manera frontal los principios con que Keen describía los fundamentos del paradigma neoclásico. La llamada deflación por deuda o de balances fue descrita por Soddy en 1926:

Los bancos comercian con el capital monetario que ellos mismos han creado, pero pretenden hacer como si no lo poseyeran. Si son liquidados y su negocio interrumpido todos los excesos de sus pasivos sobre sus activos deberían ser cubiertos por aquellos a los que ha prestado el dinero. La cantidad de dinero se reduciría entonces, digamos, a una sexta parte de la cantidad actual o menos. Los precios, “al final”, se reducirían a un sexta parte a menos que se emitiera una cantidad equivalente de genuino dinero por parte del estado para sustituir el dinero ficticio destruido, aunque, como Mr. Keynes a señalado sabiamente en relación con esto, “al final todos estaremos muertos”. Si esto no se llevara a término, el último préstamo en ser reembolsado sería pagado con un dinero que tendría seis veces el valor del dinero que fue emitido, en promedio, la cantidad total de los préstamos sería pagada por el doble de su poder de compra inicial. Esto describe, en cierta manera, la vital distinción entre el dinero real y el dinero fantasma que estamos describiendo. En la devolución de un préstamo genuino la cantidad de dinero no se ve afectada. Con la devolución de un préstamo ficticio disminuye la existencia de dinero, por lo que el reembolso se hace progresivamente más difícil a medida que se realiza el mismo. Si se emite en una expansión y se cancela en una recesión, la devolución se realiza en unidades monetarias que valen más que las prestadas.

¡1926! Como pueden comprobar cuando se quiere se puede, ahora bien, si lo que pretendemos es crear confusión y ser el sostén ideológico de un sistema, la cosa deriva hacia los sistema ptolemaicos como se puede ver claramente con el dinero y el sistema financiero que no juegan ningún papel relevante para los místicos de trueque (David Graeber dixit).

Una de las cosas que resulta más chocante de entender para cualquier profano es el estrecho vínculo entre dinero y deuda. Que la deuda sea una obligación cuantificable y transmisible porque está denominada en unidades monetarias no parece suficiente para describir lo que en realidad son dos caras de la misma moneda, o como el Jano Bifronte, el mitológico inventor del dinero para los romanos.



Soddy en una aguda frase define ese carácter dual:

El dinero es la nada que recibes a cambio de algo, antes de conseguir cualquier otra cosa.

El dinero no es un velo sobre el trueque, un fenómeno marginal tal como nos ha explicado Graeber en su obra “En Deuda”, se trata de un instrumento de deuda y una reclamación sobre los bienes actuales o futuros de la sociedad. En realidad, es bastante más que una mera reclamación, pero para esta singladura navegaremos en aguas someras sin adentrarnos en las aguas profundas de la teoría del capital.

Para el paradigma neoclásico, el dinero es neutral y se puede eliminar de los modelos sin pérdida de su capacidad explicativa. Por ejemplo, siempre que escuchemos a Krugman hará la siguiente afirmación que es una perogrullada: “el dinero es neutral pues todas las deudas se cancelan mutuamente”. Se trata de un mero juego de suma cero. Sin embargo, ni siquiera es cierto contablemente, ya que los pasivos del banco central que son contrapartida del dinero en efectivo no son realmente pasivos, es una mera convención ya que si acudes con un billete, activo, al banco central para reclamar su conversión, lo que obtendrás es otro billete o billetes con igual valor facial. Considerar que existe un pasivo que cancela el activo carece de sentido económico. Pero lo verdaderamente sorprendente, es que siendo un mero velo, que no merece la pena ser modelizado, cuando el sistema financiero estuvo en cuestión no parece que los economistas confiaran en el restablecimiento del equilibrio por sus propios medios. Salieron en estampida pidiendo intervenciones masivas de los bancos centrales cosa que efectivamente se produjo.

Antes de la crisis financiera de 2007/08, el triunfo de la visión ptolemaica parecía completo, la famosa Gran Moderación de Bernanke era su mejor definición. Los críticos eran ninguneados y objeto de desprecio por alterar el tranquilo estanque de la economía. El despertar fue tan abrupto y doloroso y las brechas abiertas en el casco neoclásico tan enormes, que a pesar de que trabajan con denuedo en el control de daños, parece que esta vez las cosas, aunque con una lentitud en ocasiones exasperante y, resistencia numantina, señalan con vigor hacia un cambio de paradigma. Algunos me acusarán de pecar de ingenuo, es posible, pero no es menos cierto que a pesar de toda la propaganda, que es masiva, la realidad tiende a abrirse paso de manera inexorable. No digo que se vaya a producir en pocos años, estos cambios requieren lustros sino décadas, pero los retos del futuro no pueden ser afrontados con un instrumento tan defectuoso que ignora la realidad.



La organización británica positive money persigue, que en su país, la gente en general y los políticos en especial tengan conocimiento cabal del real funcionamiento del sistema financiero y, de cómo en la actualidad los bancos gozan de un privilegio exorbitante dentro de una estructura que les permite crear dinero y traspasar los riesgos a la sociedad en su conjunto. Esta ha sido la raíz de las sucesivas crisis provocadas por el estallido de burbujas financieras en los últimos 25 años. Partiendo de su propuesta de dinero soberano, que se basa en buena medida en el Plan Chicago actualizado, podremos demostrar las enormes ventajas que para el conjunto de la sociedad representa un cambio como el propuesto. Desde la visión de la economía ecológica, si bien es cierto que sólo se trata de un instrumento que también puede ser utilizado para una visión “business as usual”, en el sentido del crecimiento indefinido, tiene una gran importancia para ejecutar cualquier pretensión de pasar de una economía cowboy a una economía astronauta. Por lo tanto, en este caso, la convergencia de intereses es una magnifica noticia ya que cualquier paso dado en dirección a eliminar el privilegio de emisión de moneda de los bancos comerciales, no sólo tienen efectos económicos, sino profundos efectos políticos. En las siguientes entradas del blog, desarrollaremos las ideas expuestas en esta introducción y los mecanismos propuestos para su reforma.


sábado, 22 de febrero de 2014

Las falacias del crecimiento (Introducción)

El capítulo 5 del libro de Herman Daly de 1977, "Steady-State Economics", se titula "Un catecismo de las falacias del crecimiento" que es un magnifico compendio de lo que se pretende transmitir en este blog. No conozco la existencia de una traducción al castellano de está obra por lo que me he permitido realizar una traducción del capítulo citado. Como no soy traductor estoy seguro de que es francamente mejorable, pero espero que cumpla la función de dar a conocer mejor su pensamiento. Al menos lo he hecho con la mejor intención.

Me gustaría enfatizar que se trata de una obra de 1977. ¡Tiene casi 40 años! Y a pesar de que en determinados aspectos puede que se le note el paso del tiempo su clarividencia es tal que si lo comparamos con los trabajos de sus contemporáneos, en muchos casos, agasajados con el Premio de Economía del Banco de Suecia en memoria de Alfred Nobel, no admite parangón por la frescura de sus ideas y, su aplicación en el momento actual.

Este libro como otros posteriores del mismo autor y, otros anteriores de figuras tan señaladas como Nicholas Georgescu-Roegen o, el mismísimo Frederick Soddy, entre otros, son una enmienda a la totalidad al paradigma dominante de la economía, que a pesar de los esfuerzos denodados realizados por la propaganda para ignorar y, despreciar aquello para lo que sencillamente no tienen respuesta.

En este blog hemos hablado, repetidamente, de la necesidad que tiene el sistema del crecimiento infinito en un mundo finito y, de las hipótesis (casi mejor hablaríamos de ex-hipótesis) subyacentes que soportan esa "creencia" a la que no dudo en calificar de irracional y, especialmente destructiva. Siempre me sorprende que aquellos que defienden el crecimiento infinito, en cualquiera de sus modalidades, para continuar con el "business as usal", ignoren que sus propuestas son las realmente apocalípticas, aunque solo sea teniendo en cuenta las leyes de la física (aquí la traducción en el blog oil crash de un post de Tom Murphy de Do the Math sobre la cuestión).

Con la expresión, en todas sus modalidades, he querido incluir no sólo aquellos que defienden posiciones neoliberales, que incluye gran parte, aunque no toda la derecha y, también gran parte de la denominada izquierda o socialdemocracia. Sino aquellas que abarcan posiciones más radicales como la sostenida por el profesor Viçens Navarro y, que quedan reflejadas en este artículo. Son posiciones que de una manera u otra coinciden en la tesis básica productividad y, sustituibilidad de factores infinitas, en funciones de producción donde sólo aparecen trabajo y capital, aceptando en el fondo las premisas de la síntesis neoclásica y, su creencia en el deus ex machina del progreso tecnológico. Este artículo ha recibido diferentes respuestas, entre otras, aquí (Antonio Turiel) y aquí (Pedro Prieto). También es posible una respuesta desde el paradigma de la economía ecológica a las que son débiles bases sobre las que Navarro construye su tesis, apelando incluso a Barry Commoner de una manera indebida.

Algunas de estas tesis propugnan un cambio en el modelo de crecimiento sobre la base de fuentes renovables que serán suficientes para continuar con nuestra sociedad de "progreso", en una especie, de desmateralización económica o, lo que Daly llama con acierto "angelización" del PNB (o el PIB). Estas propuestas adolecen de una gran debilidad argumental porque simplemente no contabilizan todos los costes que suponen, de la misma forma que no lo hace la economía neoclásica-keynesiana.

Por ejemplo, hay gente que propugna la electrificación de la sociedad sobre la base de fuentes energéticas renovables, pero sin aclarar de donde va a salir la potencia necesaria para crear la colosales infraestructura necesarias para transformar la realidad actual. La cuestión es que los números de una sociedad basada exclusivamente en fuentes renovables no salen. Esas fuentes, ni tienen la potencia que algunos le atribuyen, ni por si mismas pueden funcionar, necesitan el auxilio de las fuentes no renovables. Para ver claramente está impostura me remito a este post y, el correspondiente estudio del Grupo de Energía y Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid. En él se dice:

"Para el caso de la fotovoltaica y la concentración solar el delito quizás no es tan grave (se refiere a un estudio sobre la energía eólica): simplemente no se les ha ocurrido a la mayoría confrontar lo que dicen sus papeles y sus cuentas con la simple realidad en una cuestión clave para estas tecnologías: la densidad energética, la energía eléctrica neta que viertes a la red por metro cuadrado de ocupación real de las infraestructuras necesarias. Nuestros resultados son contundentes: la densidad energética real es entre 4 y 7 veces menor que la publicada en revistas científicas en las que luego se basan informes como el de Greenpeace 100% renovables.

Y la cosa no acaba aquí, casi nadie tiene en cuenta que las energías renovables, como siempre dice nuestro amigo Pedro Prieto, son energías que se renuevan captadas con sistemas materiales que no se renuevan. Y nos topamos con límites parecidos a los que tienen las energías fósiles y nucleares: la escasez en un mundo finito con una economía soñando con el crecimiento perpetuo."

En apoyo de lo anterior, este artículo del profesor Chris Rhodes pone algunos puntos sobre las íes respecto de las bases no renovables de los sistemas renovables y, su relación con la energía, como no podría ser de otra forma.

Es habitual escuchar la posibilidad de un crecimiento sostenible, en otras palabras, lo mejor de los dos mundos, crecimiento del producto sin impacto o con un impacto reducido en el ecosistema. Es cierto que tal visión tiene el mérito de reconocer que la economía no es más que lo que Daly llama una sub-esfera de la esfera ecológica. Por lo tanto, se aleja del paradigma de la economía neoclásica-keynesiana que considera a la economía como una esfera aislada donde se producen intercambios entre diferentes sectores pero en el que no existe entorno. La naturaleza es un repositorio de materiales y energía y, un vertedero del sistema de producción. La energía, como los materiales, no son más que bienes intermedios para la producción, como explicábamos en una entrada anterior. Sin embargo, ignora de manera deliberada que dado que la esfera ecológica esta virtualmente en estado estacionario, no es posible para nada que éste incluida en la misma crecer más allá de sus límites. Es evidente que en ningún caso se podría llegar a ese extremo. El concepto mismo de crecimiento verde o, sostenible es un oxímoron que debe ser combatido, porque no hace más que sustentar la causa que nos ha traído hasta el lugar donde nos encontramos.


Daly señala la extrema debilidad de los medidores de renta o producción agregados como aproximaciones a la medición del bienestar (de hecho, existe una correlación negativa que hoy en día resulta cada vez más difícil de ocultar) y, nos revela que la forma de contabilizar las cosas, como ocurre con estas propuestas, tiene un impacto decisivo en las conclusiones. O dicho de otra manera, se contabiliza de una forma determinada para obtener el resultado deseado. En realidad, cuando hablamos de crecimiento nos referimos a crecimiento del PNB, PIB o cualquier agregado similar que mide sin contabilizar los costes de su obtención. En opinión de Daly, que comparto plenamente y, utilizando el lenguaje propio de la economía, podemos decir que en estos momentos los costes marginales superan a los beneficios marginales, lo que nos conduce al crecimiento antieconómico. El problema es que a nivel agregado, a diferencia de lo que ocurre a nivel micro, no reconocemos los costes de la producción.

Hay diversos problemas en el reconocimiento de los costes, pero uno que me parece significativo es que adolecemos de lo que calificaría de un problema de marco temporal. Daly lo expresa diciendo que el sistema no tiene en cuenta los costes intergeneracionales lo que es un problema de distribución y, no propiamente de asignación de recursos.

Para acabar está introducción, debo decir que suscribiendo el concepto de crecimiento antieconómico que ha sido una constante en muchos países desarrollados desde hace años, en algún caso décadas, hemos llegado a un punto en que, incluso el crecimiento contable de la producción medido en términos de PIB es, cada vez, más difícil y, parece otearse en el horizonte el decrecimiento o, como mínimo un estancamiento secular. Esta situación en la que estamos, conlleva algunos efectos muy relevantes que iré señalando en futuras entradas. Pero me gustaría pergeñar algunas ideas:
  1. El mantenimiento de la esperanza en el crecimiento es el pegamento de nuestra sociedad, sin esa esperanza las desigualdades se hacen más insoportables y, el tejido social lenta pero implacablemente se debilita. Daly cita a Henry Wallich en una frase demoledora que lo resume a la perfección:
    El crecimiento es un sustituto de la igualdad en el ingreso. En tanto haya crecimiento hay esperanza y, eso hace las grandes diferencias en el ingreso tolerables”
  2. Daly expresa de manera contundente como los dos factores neoclásicos de las funciones de producción, capital y trabajo aumentaban su productividad a costa de los recursos cuyo precio en el mercado estaba muy por debajo de su valor considerando sus costes sociales y ecológicos que son omitidos de las mediciones agregadas. Hoy en día, cuando estamos tocando las paredes de la esfera ecológica que nos contiene, ya no es posible resolver el conflicto entre capital y trabajo como se resolvió esencialmente después de la SGM a costa de la disminución en la productividad de los recursos. Es por eso, que el sistema capitalista debe resolver ese conflicto en favor del factor capital, lo que nos lleva a la última reflexión.
  3. La intensificación en el desigual reparto de la renta y, la riqueza es el medio que tiene el sistema de prolongar su agonía. Aunque pueda parecer contraintuitivo, si pensamos que nos enfrentamos a serias dificultades en el crecimiento del producto, aunque este sea antieconómico, cuanto más esterilizadas estén las expectativas generadas por el dinero/deuda, más podemos retrasar el enfrentarnos a una situación para el que el capitalismo no tiene respuestas. Cuanto más dinero/deuda acumulen los que más tienen menos impacto tienen sobre la producción actual (menor consumo marginal). Se traduce en el aumento de el precio de determinados activos, predominante financieros, y no se traduce en nueva producción. Esto es, sin duda, "self-defeating", pero permite hacer algo que nos es muy familiar, dar una patada hacia adelante, con el grave inconveniente de deteriorar aún más una situación que de por si no es nada brillante.