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viernes, 14 de marzo de 2014

Las falacias del crecimiento (visión preanalítica)

En la anterior entrada de este blog comenzamos a tratar las falacias del crecimiento, contando como base para los comentarios el capítulo 5 del libro "Steady-State Economics" del economista ecológico Herman E.Daly titulado "Un catecismo de las falacias del crecimiento".

En un afán, no se si vano, por difundir la doctrina innovadora que representa la economía ecológica. En esta entrada además del anterior documento me gustaría añadir un trabajo posterior del mismo economista "Uneconomic Growth: in Theory, in Fact, in History and in Relation to Globalization" de 1999 donde se introduce el tema, ya candente en aquel entonces, de la globalización. También he intentado hacer la mejor traducción a mi alcance de este documento para aquellos que no dominen el inglés o prefieran la lectura del mismo en una lengua más familiar para ellos "El Crecimiento Antieconómico: en Teoría, de Hecho, en la Historia y en relación con la Globalización"

El crecimiento económico medido en términos de PNB o PIB ha sido y, continua siendo, la principal referencia cuando hablamos de economía. El PIB es una magnitud de la Contabilidad Nacional que estima la producción de bienes y servicios de una economía valorada en términos monetarios. Sin embargo, aunque este no es un indice del bienestar y así se ha reconocido de forma reiterada, siempre se ha aceptado la existencia de una fuerte correlación entre ambos conceptos, el crecimiento de la producción y el bienestar de las personas. No se puede negar un sesgo completamente materialista en esta visión del bienestar, pero no vamos a cuestionar este punto, que por otra parte, es perfectamente debatible.

Como Daly manifiesta en su libro de 1977 nuestro concepto de crecimiento está completamente distorsionado en el ámbito económico ya que crecer no lleva nunca a madurar, es como una niñez perpetua, además de estar cargado de connotaciones positivas. Es por ello que de "crecimiento" nunca se tiene bastante porque de algo bueno nunca sobra, lo que sin duda, como el lector habrá advertido, es una falacia.

"Es evidentemente imposible tener demasiado de una cosa buena. ¡Si la lluvia es buena, un aguacero torrencial es, por definición, mejor!" (p.1)

Resalta Daly el extraordinario contraste entre la microeconomía y la macroeconomía. Mientras en la primera es lógico considerar los límites, es decir, cuando los costes superan a los beneficios y deja de tener sentido proseguir una actividad. La segunda no considera coste alguno, en la confianza de que los beneficios superan de forma abrumadora a los costes. ¿Pero es realmente cierto?. Añade Daly con agudeza:

"Tomamos los costes reales de aumentar el PNB medidos en función de los costes defensivos en que incurrimos, para protegernos a nosotros mismos de los efectos colaterales no deseados de la producción y añadimos esos gastos al PNB en lugar del sustraerlos. Contabilizamos costes reales como beneficios. Esto es hiperfanatismo por el crecimiento." (p.1)

Sin duda, es hiperfanatismo, pero está profundamente enraizado en el paradigma o la visión preanalítica de la economía neoclásica. Esa visión preanalítica se puede visualizar en el siguiente diagrama que aparece también en el documento de 1999
Que se contrasta vivamente con la siguiente representación de la economía según el paradigma o la visión preanalítica de la economía ecológica.
Personalmente me parece que es visualmente muy impactante. En el primero, la economía es el todo, Daly con acierto la asimila a una maquina de movimiento perpetuo o, un intestino en bucle, sin boca ni ano. La siguiente figura es la típica representación del ciclo económico cerrado sin alimento ni excrementos.


En la segunda, la representación de la economía es una parte de un todo mayor. Pero, lo más importante para mi, es que esa economía debe funcionar sometida a las leyes naturales, al ser una parte de ese todo. En la primera representación, la economía no necesita seguir esas leyes, ¡Su reino no es de este mundo!. Por eso tal como recoge Daly (p.15) en boca del economista de Harvard Richard Zeckhauser:
  
“El reciclaje no es la solución para el petróleo, porqué la alternativa que representa la tecnología nuclear para la generación de energía es más barata” (1973, p. 117, n. 11)

En boca de un académico de una Universidad tan destacada resulta impactante la ignorancia de las leyes de le termodinámica. Asimismo, es sintomático de un problema del que adolece la economía actual y de aquellos que diseñan los modelos (fabulas) para dar guías y recomendaciones a los políticos.

Es cierto, que en una situación como la que describe la siguiente figura, el paradigma neoclásico podría resultar una teoría efectiva en un mundo vacío (Empty World)

Con la expresión teoría efectiva quiero decir que, en determinados casos, podemos pasar por alto ciertos procesos físicos que no nos afectan o, lo hacen de manera tan absolutamente marginal que no influye en los resultados. La teoría de Newton para las distancias y velocidades que habitualmente observamos es perfectamente valida, aunque desde el punto de vista popperiano, es una teoría falsada. Pero, el utilizar la información relevante y suprimir aquello que nada nos aporta es completamente lógico. Sin embargo, hay que saber cuando dejarlo. Es decir, el momento en que necesitamos introducir aquello que hemos ignorado (y conocemos) porque las circunstancias han cambiado. Por ejemplo, al encender el GPS necesitamos la teoría de la relatividad porque sin ella la precisión sería penosa, no nos serviría para nada.

En un mundo lleno (Full World) o que tiende a estar lleno, las circunstancias son totalmente diferentes. En efecto, en un mundo vacío, donde disponemos de recursos y energía fácil de explotar y, donde nuestros vertidos son irrelevantes a nivel global, aunque puedan infligir importantes daños locales, ignorar las leyes de la termodinámica puede ser una opción. En un mundo lleno ignorar esas leyes nos conduce a, tal como dice Daly, "Seguir bebiendo para superar la resaca". Todos sabemos que aunque el método es efectivo a corto plazo tiene consecuencias nefastas a medio o largo plazo.

Desde mi punto de vista la economía neoclásica por causa de su visión preanalítica de la economía como el todo relevante y, no como parte de la esfera social y ecológica, tiene un grave hándicap para percatarse de que lo que pudo ser una teoría efectiva, es ahora un grave obstáculo para entender la realidad. Lo abrumador del caso es que los reiterados fracasos en las proyecciones de las fabulas sobre la realidad, aunque sean revestidas de ropajes matemáticos, no han mellado su credibilidad. Evidentemente existen razones ideológicas para mantener esa visión del mundo, y para hacerse determinadas preguntas y evitar otras a toda costa.
Daly pone el dedo en la llaga cuando señala, hablando del flujo de producción:
 
La otra razón para el fetichismo respecto al flujo es ideológica. Concentrándose en el flujo se desvía el foco de atención de la muy desigual distribución del stock de riqueza que es la fuente real del poder económico. El flujo de renta también está desigualmente distribuido, pero al menos todo el mundo obtiene algo y, la teoría de la productividad marginal lo hace parecer bastante justo. Redistribución de la renta es liberal. Redistribución del la riqueza es radical. Políticamente, es más seguro mantener la renta en el centro del análisis, porque no todo el mundo posee un pedazo del stock productivo y, no hay ninguna teoría que explique la distribución de la riqueza. Poner los stocks (riqueza) en el centro del análisis puede plantear preguntas descorteses.(p.4)


Daly explica en el documento de 1999 que el paradigma neoclásico no requiere el crecimiento infinito de forma obligatoria pero que la necesidad de responder a ciertas cuestiones lo hace imprescindible:

Aunque el paradigma neoclásico permite el crecimiento eterno, no es una exigencia del mismo. Históricamente la exigencia proviene porque el crecimiento es la respuesta dada a los problemas planteados por Malthus (superpoblación), Marx (distribución injusta) y, Keynes (desempleo) (p.1)

Una advertencia, en este blog consideramos sinónimo de infinito lo que es extraordinariamente abundante, de aquello de lo que no tenemos que preocuparnos. Hemos dicho en anteriores entradas que el paradigma neoclásico, aunque pueda considerar que los recursos individuales son finitos siempre existen otros recursos que nos permiten evitar el colapso. Es lo que se describe en el documento de Daly como la teoría de las habitaciones sucesivas. (p.10)

"La realidad parece ser que el primer [recurso] almacén en que el hombre se encontró era sólo el primero de una serie. Cuando agotó lo que estaba apilado en la primera estancia, encontró que podía fabricar una llave para abrir una puerta que daba a una estancia mucho más grande. Y, cuando agotó los recursos de está habitación más grande, descubrió que había otra estancia más allá aún mayor. La estancia donde estamos en el siglo XX es tan grande que las paredes están más allá del alcance de la vista. Sin embargo, es probable que nos encontremos al principio de toda una serie de almacenes. No es inconcebible que la totalidad del globo—tierra, océanos y aire—representen materia prima para la humanidad para utilizar con mayor ingenio y, habilidad" [citado en Ordway, 1953, p. 281].

Está declaración podría caber perfectamente en la descripción del mundo-vacio aunque se refiera a una serie infinita de recursos y, si es menester, de vertederos para los residuos. Pero quería aclarar que infinito y abundante no son estrictamente sinónimos. Algo que es infinito puede ser relativamente escaso. Los matemáticos son perfectamente conscientes de está cuestión. Como hablamos de habitaciones nos referiremos al Hotel de Hilbert con infinitas habitaciones (números naturales), pero tan escasas que no pueden alojar a conjuntos de cardinalidad superior a aleph-0, como demostró Georg Cantor. En realidad, son tan escasos que si escogiéramos un número de la recta real de forma aleatoria la probabilidad de escoger un número natural, entero o racional (conjuntos de cardinalidad aleph-0) es 0.

En ocasiones, he pensado que era una buena analogía, aunque algo extrema, para explicar la diferencia entre reservas y recursos cuando los medios hablan de cifras extraordinarios de recursos que nos permitirán continuar con nuestro estilo de vida (business as usual) durante siglos y siglos. Los recursos son una cosa pero las reservas que podemos realmente aprovechar se parecen más a los números naturales o los enteros en el conjunto de números reales.

En el paradigma neoclásico, donde el crecimiento se mide indefectiblemente mediante el valor añadido a unos recursos que ni siquiera forman parte de las funciones de producción, el planteamiento de los límites es inconcebible. Esa es nuestra realidad diaria, cuando leemos y escuchamos las noticias. Todos nuestros problemas se solucionarán una vez el PIB o el PNB vuelva a crecer.

Sin embargo, como dice Daly ese crecimiento puede ser y, de hecho, es en muchos casos antieconómico, los costes (que no se contabilizan a nivel agregado o, incluso, se convierten en ingresos) superan a los beneficios. El problema actual es que: por una parte, incluso el crecimiento antieconómico (ignorando costes) es cada vez más difícil; y, por otra, los costes de ese crecimiento son más difíciles de ignorar. En todo caso, no debemos despreciar la capacidad de la maquina de propaganda que es capaz de hacernos creer que es de día cuando estamos en una noche sin luna.