“...the most dangerous people on the planet are those who sincerely believe something that is false.”
“...la gente más peligrosa del
planeta son aquellos que creen sinceramente en algo que es falso.”
Steve Keen, Debunking Economics (2ª
Edición, 2011)
En la anterior entrada exponía el
panorama general. Es hora de profundizar y, el primer paso, es
considerar cuál es el impacto del dinero y la deuda en nuestro
sistema económico.
He expuesto las grandes lineas de un
sistema monetario que crea dinero de curso legal mediante el crédito
bancario de manera pro-cíclica sin un verdadero control por parte de
las autoridades monetarias. El reverso de esa creación excesiva o
descontrolada de dinero en épocas de crecimiento económico generado
por las burbujas de activos, es la destrucción de dinero cuando
empresas y familias inician el proceso de desendeudamiento. Ya hemos
mencionado la temida deflación por deuda que Soddy describió de
forma temprana en 1926 y, que se ha fomentado en la zona euro
mediante la llamada austeridad a pesar de ser un remedio con la misma
base científica que las sangrías que practicaban los médicos
medievales y renacentistas, es posible que te curaras, pero era a
pesar de la sangría y no gracias a ella.
También, mencioné que el modelo del
multiplicador que se explica en la facultades y escuelas de economía
es engañoso, pues conduce a entender la relación causal entre la
base monetaria (power money) y la masa monetaria (broad money) justo
a la inversa de lo que la realidad evidencia. No obstante, ese modelo
es útil a los efectos de mantener un velo de confusión sobre quién
ostenta el poder de creación del dinero y cuáles son los
extraordinarios privilegios que les concede, pues va más allá de
ser un mero fenómeno económico.
Las sucesivas entradas se basarán y
complementarán con el documento “Creating a Sovereign MonetarySystem” de Ben Dyson, Andrew Jackson y Graham Hodgson de la
organización británica Positive Money así como en los libros
“Modernising Money” (2013) de Dyson y Jackson y “Where does money come from?” (2012) de Josh Ryan-Collins, Tony Greenham,
Richard Werner y Andrew Jackson. El documento es una exposición
condensada del libro “Modernising Money”. Para su difusión he
traducido el documento al castellano (“Creando un Sistema de DineroSoberano”). No obstante, en esta entrada vamos a tratar dos
aspectos fundamentales de divergencia con la teoría neoclásica, el
llamado velo monetario o neutralidad del dinero y, lo que es el
reverso de la moneda de lo anterior, la omisión de la deuda en sus
modelos por carecer de relevancia a nivel agregado. Para ello, nos
apoyaremos en David Graeber y su libro “En Deuda: Una Historia
Alternativa de la Economía” y Steve Keen y diversos de sus
documentos y la segunda edición de su libro “Debunking Economics”.
El velo monetario
Para la teoría económica clásica y
neoclásica, el dinero surge de forma natural del deseo de
intercambio de todo ser humano, sin necesidad de intervención
estatal o de cualquier autoridad. Es la solución a las dificultades
que supone el trueque. La solución “natural” es convertir
determinadas mercancías por sus idóneas características en dinero.
Las características que se buscaban para que esas mercancías
ejercieran la función de “dinero” eran que fueran valiosas,
fácilmente transportables y divisibles para poder casar las
operaciones de intercambio. Las mercancías que mejor cumplen esas
características son los metales preciosos y, por encima de todos, el
oro; aunque históricamente los objetos que han hecho funciones de
dinero son innumerables y, no tenían necesariamente porque cumplir la totalidad de los requisitos citados. El gran economista clásico John Stuart Mill nos da una definición de esa visión del dinero como mercancía:
En resumen, no
puede haber algo más intrínsecamente insignificante, en la economía
de la sociedad, que el dinero; excepto por su carácter de artilugio
para ahorrar tiempo y trabajo. Es una máquina para
hacer rápida y cómodamente lo que tiene que ser hecho, que
sin él se haría menos veloz y cómodamente; y
como muchas otras clases de máquinas, sólo ejerce una
influencia distinguible e independiente cuando no funciona.
De esta forma, las monedas acuñadas en
metales preciosos se convierten, para los clásicos, en la definición
misma de dinero y, esa imagen se mantiene para el imaginario popular,
casi incólume, hasta nuestros días. Joseph Shumpeter describe esa
concepción de la moneda como mercancía que ejerce de velo sobre el
trueque de la siguiente forma:
“El análisis
real” proviene del principio que todo fenómeno esencial de la vida
económica puede ser descrito en términos de bienes y servicios, de
decisiones acerca de ellos y de relaciones entre ellos. El dinero
entra en escena sólo como un artilugio técnico que se ha adoptado
para facilitar las transacciones...mientras funcione normalmente, no
afectará al proceso económico, el cual se comporta de la misma
forma como sería en una economía de trueque: esto es
fundamentalmente lo que significa el concepto de dinero neutral.
Para el lector familiarizado con el
monetarismo, la cita anterior le evocará la teoría cuantitativa del
dinero. Dicha teoría refleja a la perfección el postulado de la
neutralidad del dinero. La teoría cuantitativa no es más que una
identidad contable, siempre cierta, entre la cantidad de dinero en
circulación y las transacciones en el conjunto de la economía. Pero
esta teoría, además de postular la neutralidad del dinero, también
sostiene algo que es de nuestro máximo interés, que el banco
central determina o, está en su mano determinar la cantidad de
dinero en circulación de forma que no afecte al proceso económico,
en otras palabras, velar porque esa neutralidad se mantenga
suministrando el lubricante necesario para que los intercambios se
produzcan sin fricciones.
Pero, antes de proseguir detengámonos
en lo que David Graeber denomina, con acierto, el mito del trueque.
Este mito está en el núcleo mismo de la teoría económica
dominante y, aunque pueda parecer una explicación plausible, sin
duda lo es, nunca ha sido confirmada. De hecho, historiadores y
antropólogos jamás han encontrado en ninguna sociedad aquello que
la teoría postula como el origen de dinero y, por el contrario, han
encontrado numerosas pruebas en contra de la hipótesis planteada.
Como suele ocurrir en economía se ha seguido la pauta habitual,
ignorarlo y seguir explicando la parábola de Adam Smith como un relato cierto del nacimiento del dinero. Visto desde fuera
y, a primera vista, puede parecer un tema menor, en todo caso, si la
hipótesis no se confirma parecería sensato abandonarla en favor de
otras que se adaptarán mejor a los hechos. Pero aquí, además de la
pauta habitual de ignorar las críticas, hay algo más esencial en el
tema de la fábula del origen de dinero a lo que no puede renunciarse
sin, por así decirlo, vender el alma al diablo.
Dice Graeber respecto a la fábula de
Adam Smith por la que a partir del truque surge el dinero:
“Es evidente
que esta historia jugó un papel crucial no sólo en la fundación de
la disciplina de Economía, sino en la propia idea de que había algo
llamado «economía», que operaba según sus propias reglas,
apartada de la moral o de la vida política y, que los economistas
podían tomar como su campo de estudios. «La economía» es aquella
actividad en que nos abandonamos a nuestra propensión natural a
trocar e intercambiar. Seguimos trocando e intercambiando. Siempre lo
haremos. El dinero es tan sólo el medio más eficaz.”
Por lo tanto, la fábula nos da una
coartada, aquel lugar donde nuestra alma económica se desarrollará
sin cortapisas. Lo que está en juego es el mercado como entidad
“natural” de ordenación, mediante precios que son medidos en
unidades de cuenta que permiten un intercambio fluido. El motor
último, es la diferencia positiva de utilidad que cada parte de la
transacción obtiene con el intercambio. Nuestra naturaleza humana
nos lleva al intercambio, como sostenía Adam Smith; por eso, el
mercado es algo que surge de forma espontánea y, el dinero, es un
perfeccionamiento en esa singladura.
Lo decisivo para los economistas es el
intercambio mismo, como dice Graeber, el dinero no es importante. La
economía real, una vez levantado el velo monetario, no son más que
vastos sistemas de trueque. Como bien señala:
El problema es
que la historia demuestra que, sin dinero, esos vastos sistemas de
trueque no se dan. Incluso cuando las economías «regresan al
trueque», como se decía de Europa durante la Edad Media, no
abandonan realmente el uso de dinero. En la Edad Media, por ejemplo,
todo el mundo continuó tasando el valor de herramientas y ganado en
la antigua moneda romana, pese a que las propias monedas habían
dejado de circular.
Lo que hace que nazcan los mercados y,
eso es realmente lo que hace imposible abrazar cualquier otra
explicación del origen del dinero que no sea la fábula de Smith, es
la intervención del gobierno, sin él no hay mercado en el sentido
capitalista del término. No se trata de una mano divina que
determina la asignación eficiente, sino de un νόμος, es decir,
una construcción social. El νόμος capitalista se configura a
través de los precios, para ello el dinero es esencial, pero un
dinero que requiere la intervención del estado no parece compatible
con la idea de un equilibrio natural en el que ese estado debe
limitarse a mantener y defender los derechos de propiedad y
solucionar las disputas sobre los mismos. La colaboración del estado
es imprescindible para crear y sostener el mercado imponiendo el
dinero para los intercambios a través de los tributos. El dinero,
según la fábula, debería nacer de una forma espontanea como la
evolución lógica del deseo irrefrenable del homo œconomicus de
intercambiar en su propio provecho, primero el trueque y luego el
dinero. No es negociable, ni siquiera con la realidad. En todo caso,
la realidad debe estar equivocada y, por lo tanto, debe ser, una vez
más, ignorada.
El dinero nace a
través del crédito, primero es una mera obligación no cuantificada
de carácter personal y, en consecuencia, no transmisible.
Posteriormente, se cuantifica en unidades y, sólo entonces, se
convierte en deuda y se puede transmitir. La razón de esta
conversión para Graeber es:
En lugar de
emplearse para adquirir cosas, se suelen usar para arreglar las
relaciones entre las personas. Sobre todo, para acordar matrimonios y
solventar disputas, especialmente las surgidas por asesinatos o daños
personales.
Hay muchas
razones para creer que nuestro dinero comenzó de la misma manera, e
incluso el verbo inglés para pagar (to pay) proviene originalmente
de una palabra que significaba «calmar, pacificar», como al dar a
alguien algo precioso, por ejemplo, para expresar lo mal que te
sientes por haber matado a su hermano en una pelea de borrachos y,
cuánto desearías que esto no se convirtiera en el origen de una
larga enemistad sangrienta.
En consecuencia, el
dinero nace en forma de obligación personal, después se cuantifica
para zanjar asuntos que nada tienen que ver con el intercambio de
bienes cotidianos. Sólo posteriormente, se convierte en algo
material y está normalmente vinculado a la guerra o la violencia, es
decir, para realizar intercambios entre extraños entre los que no
hay confianza. Es importante resaltar que cuando el dinero físico ha
desaparecido de circulación en diferentes períodos históricos, el
dinero virtual sigue existiendo. En contra de la creencia extendida
que el dinero virtual es algo reciente, los estudios
antropológicos nos muestran que, en durante largas épocas se ha
utilizado dinero virtual, sin que hubiera intercambio de dinero
físico. El dinero era la unidad utilizada para registrar y
administrar las deudas, sin que circulase materializado en monedas.
Para finalizar este
apartado, retomamos la neutralidad del dinero en la teoría
neoclásica. El postulado de neutralidad es fundamental en los
modelos de equilibrio general, vastos sistemas de trueque, en los que
existe perfecta información sin costes de transacción. En estos
mercados en equilibrio que sólo pueden ser perturbados por causas
“exogenas”, las cantidades demandas y ofertadas se cruzan para
establecer el precio de equilibrio. Pero si existe información
perfecta y no hay costes de transacción se sigue que ni el dinero ni
los intermediarios (bancos) son necesarios, el trueque debería
funcionar sin necesidad de lubricación. ¿Por qué?. Estamos en el
universo del relojero, con procesos reversibles, donde no existe la
termodinámica, por lo tanto, no hay “fricciones”, es una máquina
de movimiento perpetuo. Las bases de la teoría descansan en unas
hipótesis tan irreales que cuando se someten a escrutinio lógico se
derrumban. Como se expone en “Where does the money come from?:
Si, de hecho,
todo el mundo tiene información perfecta en cualquier momento acerca
de todo, como el subastador de Walras, pueden realmente intercambiar
bienes y servicios al estilo del trueque sin necesidad de una
mercancía como el dinero que les proporcione información acerca del
valor de las cosas de esos bienes y servicios. Entonces,
paradojicamente, bajo condiciones de perfecta información y
certidumbre, el dinero se convierte en redundante lo cual, por
supuesto, en primer lugar socava la explicación neoclásica del los
orígenes del dinero como mercancía para el intercambio.
En la economía
neoclásica, el dinero siempre parece provenir de los intercambios en
el mercado, en contra de la percepción general que primero se
obtiene el dinero y después se produce para vender en el mercado. Es
decir, el capital financiero es previo a la producción como señaló
Karl Marx de esta forma:
Este es el por qué se llama “capital-ismo”. Por lo que construir
un modelo que comienza con el mercado liquidando y asignando y, a
continuación, tratar de encajar el dinero como un velo sobre lo
anterior carece de sentido.
Por todo ello como
sostenía Hyman Minsky:
...no podemos
entender cómo funciona nuestra economía, primero solucionando los
problemas de asignación y, después, añadiendo las relaciones
financieras; en una economía capitalista la asignación de recursos
y la determinación del precio están integradas con la financiación
de la producción, las posiciones en los bienes de capital, y el
vencimiento de los pasivos. Esto significa que los valores nominales
(precios monetarios) importan: el dinero no es neutral.
Finalmente, si el
dinero es una mercancía no hay explicación plausible para el dinero
fiduciario que está sólo respaldado por confianza. En realidad,
todo dinero es siempre fiduciario aunque sean monedas de metales
preciosos que tanto cautivan la imaginación. Como dijo el
historiador Niall Ferguson:
El dinero no es
metal. Es confianza grabada.
La relevancia
de la deuda en los ciclos económicos
De la neutralidad
del dinero se deriva la desaparición de los bancos y, del sistema
financiero de los modelos del paradigma neoclásico. No son más que
una correa de transmisión para que la economía real funcione mejor
al facilitar las transacciones. Importante, sin duda, pero su estudio
nos distraería de lo realmente relevante que es el mercado como
lugar de encuentro entre agentes económicos que buscan maximizar su
utilidad a través de intercambios de bienes y servicios.
Por eso, la creación del dinero y el
nivel de endeudamiento no tienen relevancia, ni siquiera son cosas
que podamos vincular. Desde este punto de partida, no puede
sorprender que ante los elevados niveles de endeudamiento, previos al
estallido de la crisis financiera, nadie tuviera la más mínima
preocupación. Por el contrario, la ebullición de productos
financieros cada vez más sofisticados elaborados por la creatividad
e ingenio de una pléyade de entusiastas participantes en los
mercados financieros, parecían crear riqueza de la nada, desafiando
las leyes de la termodinámica, pero reduciendo y controlando los
riesgos; algo que desde fuera sólo podía ser visto como el milagro
de la multiplicación de los peces y los panes. No había ningún
milagro, ni los mercados financieros con el egoísmo en estado
químicamente puro de sus participantes fijaban los precios
correctamente de los activos, ni la deuda era necesariamente algo
positivo. Como veremos en posteriores entradas, las asimetrías en la
información tienen consecuencias devastadoras en los mercados de
crédito introduciendo sesgos que agudizan los vaivenes en la
economía real.
En contra de esta percepción, expondré
algunas de la razones por las cuales la deuda privada tiene gran
relevancia y, en consecuencia, la creación de dinero también. La
siguiente afirmación es la clave y, merece ser estudiada con
detenimiento porque no concuerda con lo que se explica del
funcionamiento de los bancos en particular y, del sistema financiero
en general.
No obstante, antes debemos afrontar lo
que son concepciones completamente erróneas de lo que es un banco.
La primera, es la de considerar que se
trata de una especie de hucha donde se deposita el dinero para cuando
se necesite, sin que los bancos utilicen ese dinero. Se trata de una
visión completamente naíf pero era la que tenían en el RU una de
cada tres personas a las que se les pregunta sobre el sistema
bancario.
Otra idea errónea, mucho más
extendida, se refería a la transmisión de la propiedad del dinero
cuando es depositado en el banco. La mayoría de la gente de esa
encuesta, un 77%, pensaba que ese dinero les pertenecía legalmente a
ellos. Puede parece una idea similar a la anterior, pero no es así.
En este caso, hay gente que es consciente de que el banco emplea su
dinero, pero piensa que de alguna forma continúa siendo suyo. La
cuestión es que cuando se deposita el dinero se transfiere la
propiedad del mismo, adquiriendo el banco una deuda con su cliente
que refleja como un pasivo en su balance.
La tercera idea, que tenía un 61% de
los encuestados, era que los bancos eran mediadores entre ahorradores
e inversores. Esta concepción es consistente, con algunos matices,
con lo que cualquier economista neoclásico nos explicaría,
seguramente a través del modelo del multiplicador bancario. El
negocio consiste en captar el dinero de aquellos que no desean
consumir en este momento y, tienen un excedente para prestárselo a
los que no tienen dinero pero quieren invertirlo o gastarlo ahora
devolviendo una cantidad superior en el futuro. La labor de los
bancos es captar, agrupar los fondos para los préstamos y casar los
plazos (descalce de plazos) entre el tiempo que los diferentes
ahorradores prevén dejarle el dinero (o simplemente el tiempo
efectivo que realmente lo dejan aunque sean depósitos a la vista) y,
el tiempo que concede a los prestatarios para devolverlo. Su
beneficio proviene del diferencial que existe entre el interés que
paga a los clientes que le ceden su dinero y el que cobra a sus
prestatarios. Las grandes cantidades que manejan y los flujos de
entrada y salida (ley de los grandes números) les permiten, bajo
ciertas hipótesis de estabilidad, convertir plazos cortos o a la
vista en financiaciones a más largo plazo. En otras palabras y
simplificando, no necesitan alguien que les ceda dinero durante 30
años para financiar un préstamo hipotecario de ese mismo plazo.
La misión de los bancos es, en
consecuencia, casar esas operaciones y permitir que la salida de
dinero del flujo económico se vuelva a inyectar mediante préstamos.
De lo contrario, el flujo circular, tan repetido en los libros de
introducción a la economía, se contraería si ese dinero no fuera
reinyectado. El problema que puede surgir en este modelo es
esencialmente que los bancos se equivoquen y, presten demasiado a un
sector de la economía que no cumpla con las expectativas. Pero dado
que partimos de un modelo que tiende al equilibrio en el largo plazo,
esas equivocaciones se compensan y, por lo tanto, en ese largo plazo
las decisiones de los bancos no son importantes y pueden ser
ignoradas.
Aquí subyace una idea totalmente
errónea, como Kyenes señaló; y, es que elevados niveles de ahorro
han de producir elevados niveles de inversión que contribuyen al
flujo económico. Por el contrario, bajos niveles de ahorro
reducirían la inversión. En otras palabras, es el nivel de ahorro
el que determina la inversión. Veremos que dada la capacidad de los
bancos de crear dinero de la nada (ex nihlo) tal visión es
completamente inconsistente con la realidad.
Hay otra razón importante, tal vez la
verdadera y autentica razón, para dejar de lado al dinero y la deuda
de los modelos neoclásicos. Esa razón es el equilibrio que los
modelos neoclásicos imponen, que excluye crisis financieras como las
que padecemos. Hyman Minsky decía:
“El modelo
abstracto de la economía neoclásica no puede generar inestabilidad.
Cuando se construyó la síntesis neoclásica, los
bienes de capital, los acuerdos financieros que se centran entorno a
los bancos y a la creación de dinero, las limitaciones impuestas por
los pasivos (deuda) y los problemas asociados con el conocimiento
acerca de la incertidumbre del futuro fueron ignorados.”
La cuestión
esencial, es que los modelos neoclásicos no pueden prever la
existencia de crisis como la presente pues ignoran totalmente el
papel de los bancos y la deuda y, por consiguiente, de la creación
de dinero. Es cierto, que se pueden aplicar “imperfecciones” a
sus modelos en un intento de explicar en retrospectiva los hechos,
pero carece de cualquier valor. Tal como afirmó Robert Solow (2001)
al que cita Keen en Debuking Econcomics (2011):
…, el añadido
de “imperfecciones” resulta en un modelo que tiene mejor aspecto
y se ajusta mejor a los datos simplemente porque estas imperfecciones
han sido escogidas por economistas inteligentes para hacer que los
modelos funcionen mejor.
En nuestra economía cuando hay un
ciclo expansivo, tal como Shumpeter estableció, la demanda agregada
es igual a la producción más el aumento de la deuda. Por lo tanto,
el crédito, no puede provenir en exclusiva del ciclo económico
actual, sino que tiene que fundarse en las expectativas futuras que
la deuda representa y que tiene una representación monetaria en la
explosión de la liquidez.
Es importante tener presente que, una
vez iniciamos un ciclo de expansión de deuda estamos atrapados en un
proceso peligroso, pues no sólo necesitamos que la deuda se expanda
sino que lo haga a un ritmo igual o creciente. Esto no es nada
intuitivo, así que tomaremos un ejemplo de Steve Keen (2011) para
explicar el modelo de Shumpeter.
Tenemos una economía con un PIB de 1
billón de euros que crece al 10% anual en términos nominales con
una inflación del 5%. Esa economía aumenta su deuda a un ritmo del
20% anual, partiendo en el año cero de una deuda que es de 1,25
billones de euros. La demanda agregada de esa economía durante el
transcurso del año 0 será de 1,25 billones de euros, 1 billón de
la producción anual, más 250 mil millones del aumento neto de
deuda. La deuda total al final del año 0 será 1,5 billones por el
aumento del 20% respecto al inicio del año.
En el siguiente año, que denominaremos
1, el PIB continua creciendo al 10% nominal con la misma inflación,
pero el aumento de deuda se reduce a la mitad, el 10%. ¿Qué efectos
tiene sobre la demanda agregada esa reducción?.
La demanda agregada, que se deriva por
una parte de la producción será de 1,1 billones (el billón del año
pasado más el 10% de aumento nominal), la otra parte proviene del
aumento de deuda cuyo nivel es ahora de 1,5 billones (1,25 billones
iniciales más los 250 mil millones de aumento neto del año 0), será
de 150 mil millones. Así, la demanda agregada será 1,1 billones de
producción del año anterior más el aumento de deuda citado lo que
se traduce en un total 1,25 que es exactamente la misma demanda
agregada que el año anterior.
Sin embargo, el lector observará que
estamos hablando en términos nominales, luego estamos comparando
peras con manzanas, ya que la inflación anual es del 5% y, en
consecuencia, la demanda del año 1 es inferior en un 5% a del año
0. En otras palabras, una disminución a la mitad del ritmo de
aumento de deuda se traduce en una severa disminución de la demanda
agregada.
De este modelo, lo decisivo no es
percatarse de la importancia de mantener el ratio de endeudamiento
para mantener la demanda agregada, sino de dónde viene esa deuda.
En el modelo de Shumpeter como explica
Keen, se ignora el mercado de capitales y se simplifica suponiendo
que el ingreso que proviene de la retribución de los factores de
producción se emplea en el consumo y, el aumento de deuda financia
la formación bruta de capital. De lo cual, se deduce que el crédito
no puede venir de la retribución de los factores ya que se emplea en
consumo, no hay privación de consumo presente para diferirlo al
futuro. Eso es importante, pues nos da un punto de vista radicalmente
distinto de los modelos donde el crédito es una mera transferencia
entre los que desean ahorrar y los que quieren invertir.
La conclusión es que ese nuevo dinero,
que es prestado, es creado por los bancos de la nada (ex nihlo) lo
que en palabras de Keen nos lleva a afirmar:
“El sector
bancario, por lo tanto, debe tener la capacidad de crear poder
adquisitivo.”
Ciertamente, cuando
afirmamos que los bancos pueden crear dinero a través de los
préstamos, estamos diciendo que son capaces de crear poder
adquisitivo de la nada.
En el modelo de
Shumpeter, la severidad de los ciclos va a depender de como se emplea
el dinero creado, ya que no será igual que se emplee en inversiones
que generen aumentos de la producción que se aboquen al aumento del
precio de activos pre-existentes. En el primer caso, aunque los
ciclos de deuda conllevan recesiones no se produce la implosión del
sistema, pues existe un aumento real de la capacidad de producción.
En el segundo caso, estamos ante burbujas en el precio de
determinados activos, lo que denominaríamos esquemas Ponzi en
términos de Minsky. Es decir, no sólo hay compras de activos
producidos en el flujo anual, sino de activos pre-existentes. En este
caso, las consecuencias de los ciclos de implosión de deuda pueden
ser mucho más severas; especialmente, si el gasto gubernamental se
restringe (austeridad) y/o se combina con una baja inflación o
deflación.
Para visualizar
mejor el impacto que los cambios en el ritmo de aumento de la deuda
pueden provocar en la demanda agregada, en comparación con su
impacto en las cifras del PIB, reproduciremos las cifras que da Keen
de la economía de EEUU en los años 2007/8 y 2008/9, con el modelo
de Shumpeter.
Año | 2007/08 | 2008/09 |
Crecimiento real | 2,30% | -2,70% |
Inflación | 4,30% | 0,00% |
PIB Nominal | 14,29 B $ | 14,19 B $ |
Deuda Nominal | 40,6 B $ | 42,1 B $ |
Tasa de variación de la deuda | 28,10% | 10,70% |
Crecimiento de la deuda | 4 B $ | 1,52 B $ |
Demanda nacional agregada | 18,3 B $ | 15,7 B $ |
Variación de la demanda nominal | N/A | -2,6 B $ |
Tasa de variación de la demanda nominal | N/A | -14,20% |
Demanda agregada real | 18,3 B $ | 15,7 B $ |
Tasa de variación de la demanda real | N/A | -14,20% |
Una advertencia,
como la inflación fue del 0%, la demanda real y nominal coinciden.
Creo que la cifra del -14,2% nos indica, claramente, el impacto
brutal en la demanda agregada que tuvo la crisis financiera, nada más
y nada menos que 2,6 billones de dólares con una disminución
importante de la tasa de variación de la deuda, que no obstante
continuaba creciendo a una nada despreciable cifra del 10,7%. Si
comparamos la cifra de 2,6 billones con los 100 mil millones que
disminuyó la estimación de la producción anual, nos percatamos de
cuánta importancia tiene la deuda y, por ende, la creación de
dinero en nuestro sistema económico. No olvidemos que el nivel de
empleo viene determinado por la demanda agregada; por eso, no es
difícil colegir el desplome de la ocupación en España si pensamos
en términos de demanda agregada tal como la hemos definido ante la
caída brutal del crédito.
Otra advertencia,
la demanda agregada que hemos definido nada tiene que ver con la
igualdad contable que se explica en los libros de economía que se
refiere exclusivamente, no podría ser de otra forma ante la
irrelevancia de la deuda, al flujo circular económico por lo que la
producción es equivalente a la demanda agregada.
En definitiva, la
deuda y su variación, que debe ser alimentada mediante la creación
de dinero de los bancos, tienen un papel protagonista en la economía.
Si la deuda se invirtiera en actividades que aumentaran el flujo de
producción (posteriormente, haré una advertencia sobre esta
cuestión), los ciclos de deuda serían controlables. Sin embargo, el
problema es que la propia estructura y funcionamiento del sistema
bancario es un obstáculo para ello. El sistema tiende necesariamente
a generar burbujas de acuerdo con la hipótesis de inestabilidad de
los mercados financieros de Minsky.
Finalmente, voy a
dar una pincelada a lo que Keen denomina el impulso del crédito, que
es la aceleración o desaceleración en la tasa de variación de la
deuda. Keen establece que existen tres factores esenciales para
entender el impacto de la deuda en la economía:
- El nivel de deuda
- La tasa de
variación de la deuda
- La tasa de
aceleración de la tasa de variación de la deuda
Todos los
anteriores factores comparados con el PIB que es una magnitud de
flujo.
El primer factor,
nos muestra cuál es la carga que el sector financiero representa
sobre la economía medida como el diferencial de los intereses que
cobra sobre los préstamos y paga a los depósitos ajustados por el
nivel de inflación. Este dato es importante para posteriores
entradas, pues como veremos, el derecho de señoreaje que obtiene el
sector bancario es el interés que cobra sobre los préstamos, si
crea préstamos de la nada la diferencia anterior se amplia, lo que
genera incentivos para aumentar la deuda (especialmente porque el
riesgo de impago es transferido al estado) y, en consecuencia, la
carga que el sistema financiero representa sobre la sociedad.
El segundo factor,
muestra el impacto sobre el aumento o la disminución de la demanda
agregada (ver los ejemplos anteriores). También, podemos decir que
muestra claramente aquello que los modelos que omiten la deuda no
tienen en cuenta.
El tercer factor,
es más elusivo, muestra la tendencia de crecimiento del producto y
del empleo a corto plazo. Keen nos dice que el impulso del crédito
es la clave de la naturaleza cíclica de la economía que explica de
la siguiente forma:
“Para
mantener una tasa de empleo estable, la tasa de crecimiento de la
demanda agregada debe ser igual a la tasa de crecimiento del empleo y
la productividad del trabajo, ambas relativamente estables. Pero,
ya que la tasa de crecimiento de la demanda agregada depende de la
tasa de crecimiento del PIB y de la aceleración de la deuda, una
tasa de crecimiento estable de la demanda agregada requiere una
constante aceleración de la deuda.”
Lo anterior es un
poco enrevesado y nada intuitivo pero veamos cuál es la lógica en
palabras de Keen:
“La lógica aquí proviene de la simple extrapolación de
observar que el nivel de demanda agregada es la suma del PIB más el
cambio de la deuda: dado lo anterior, el cambio en la demanda
agregada es igual al cambio en el PIB más la aceleración de la
deuda. Por lo tanto, el factor que determina el impacto de la deuda
sobre la tasa de crecimiento económico—y de ahí el cambio en la
tasa de desempleo—no es la variación de la deuda, sino la tasa de
variación de la tasa de variación.”
Correlación entre la demanda agregada financiada por deuda en EEUU y desempleo |
Esta es la
explicación de los ciclos de crédito que dominan la economía en
los cuales los bancos, omitidos por los análisis convencionales
(recordemos la Gran Moderación) tienen el papel protagonista. La
única manera de evitar los ciclos sería que la aceleración de la
deuda fuera cero. Si hay una aceleración positiva constante se sigue
que la deuda sería prácticamente infinita en relación al PIB con
el transcurso del tiempo, lo que es absurdo.
Las dos grandes
crisis del capitalismo en los últimos cien años han tenido como
protagonista los ciclos de expansión de deuda que ha financiado una
demanda agregada muy superior al flujo de producción anual. La
respuesta de la economía dominante ha sido una vez más mirar hacia
otra parte y, ante la evidencia del desastre hablar de imperfecciones
e introducir “epiciclos” y “equantes” en sus modelos para
asegurarnos que ahora sí que lo pueden explicar.
El propósito de
esta explicación es enfatizar la importancia del dinero y la deuda
en el sistema económico en contraposición con los modelos
neoclásicos que sistemáticamente la omiten. No es una mera cuestión
académica, pues sobre la base de esos modelos, se confeccionan
políticas económicas que producen resultados que son, en muchos
casos, deficientes y, en otros, simplemente catastróficos. Keen concluye que
no es posible omitir la importancia decisiva en la economía de la
deuda y del sistema financiero:
Los datos
respecto de la deuda confirman las conclusiones que se pueden alcanzar
evaluando la coherencia lógica—o la falta de ella—en la teoría
neoclásica: todas las elecciones metodológicas realizadas por la
economía neoclásica eran erróneas. La creencia que la economía
puede ser reducida a la microenconomía es falsa; dinero y crédito
no pueden ser ignorados, el capitalismo no puede ser modelizado con
un único “agente representativo”, las finanzas desestabilizan la
economía y, la economía esta en permanente desequilibrio.
Es imprescindible,
tener una perspectiva sobre el peso real y decisivo que tienen los
bancos con su capacidad de crear dinero mediante deuda en nuestra
economía y, los efectos devastadores que ese poder tiene sobre la
vida de la inmensa mayoría de la población. Lo más impactante, es
la casi total ignorancia que existe de esta realidad, ignorancia que
no me cabe duda es querida y fomentada por aquellos que detentan y
sacan provecho de ese poder. Como dice Keen explicando la Gran
Depresión (1929) y la Gran Recesión (2007/8) en relación con el
papel del sistema bancario:
Esto concuerda
con una de las implicaciones del modelo monetario del capitalismo. …:
los bancos aumentan sus beneficios mediante el aumento de deuda y, en
consecuencia, tienen un incentivo para incrementar la deuda lo más
rápidamente posible. La forma más fácil de hacerlo es financiando
esquemas Ponzi, los cuales son la seña de identidad tanto de los
“Roaring Twenties” como de los “Noughty Nineties”
En entradas
posteriores, desarrollaré la hipótesis de la inestabilidad de
Minsky y, las razones por las que el sistema bancario propicia tal
inestabilidad cuando nos detenemos en los detalles de su
funcionamiento y, cuáles son las evidentes ventajas que un sistema
de dinero soberano ofrece sobre el actual, por desvincular la
creación de dinero de la deuda, que como hemos comprobado tiene un
papel protagonista en las grandes crisis del capitalismo. Finalmente,
consideraré el fenómeno desde el punto de vista de la economía
ecológica y, veremos que esas inversiones “productivas” que
persigue el aumento del flujo no son, a día de hoy, una solución al
problema.