El capítulo 5 del libro de Herman Daly de 1977, "Steady-State Economics", se titula "Un catecismo de las falacias del crecimiento" que es un magnifico compendio de lo que se pretende transmitir en este blog. No conozco la existencia de una traducción al castellano de está obra por lo que me he permitido realizar una traducción del capítulo citado. Como no soy traductor estoy seguro de que es francamente mejorable, pero espero que cumpla la función de dar a conocer mejor su pensamiento. Al menos lo he hecho con la mejor intención.
Me gustaría enfatizar que se trata de una obra de 1977. ¡Tiene casi 40 años! Y a pesar de que en determinados aspectos puede que se le note el paso del tiempo su clarividencia es tal que si lo comparamos con los trabajos de sus contemporáneos, en muchos casos, agasajados con el Premio de Economía del Banco de Suecia en memoria de Alfred Nobel, no admite parangón por la frescura de sus ideas y, su aplicación en el momento actual.
Este libro como otros posteriores del mismo autor y, otros anteriores de figuras tan señaladas como Nicholas Georgescu-Roegen o, el mismísimo Frederick Soddy, entre otros, son una enmienda a la totalidad al paradigma dominante de la economía, que a pesar de los esfuerzos denodados realizados por la propaganda para ignorar y, despreciar aquello para lo que sencillamente no tienen respuesta.
En este blog hemos hablado, repetidamente, de la necesidad que tiene el sistema del crecimiento infinito en un mundo finito y, de las hipótesis (casi mejor hablaríamos de ex-hipótesis) subyacentes que soportan esa "creencia" a la que no dudo en calificar de irracional y, especialmente destructiva. Siempre me sorprende que aquellos que defienden el crecimiento infinito, en cualquiera de sus modalidades, para continuar con el "business as usal", ignoren que sus propuestas son las realmente apocalípticas, aunque solo sea teniendo en cuenta las leyes de la física (aquí la traducción en el blog oil crash de un post de Tom Murphy de Do the Math sobre la cuestión).
Con la expresión, en todas sus modalidades, he querido incluir no sólo aquellos que defienden posiciones neoliberales, que incluye gran parte, aunque no toda la derecha y, también gran parte de la denominada izquierda o socialdemocracia. Sino aquellas que abarcan posiciones más radicales como la sostenida por el profesor Viçens Navarro y, que quedan reflejadas en este artículo. Son posiciones que de una manera u otra coinciden en la tesis básica productividad y, sustituibilidad de factores infinitas, en funciones de producción donde sólo aparecen trabajo y capital, aceptando en el fondo las premisas de la síntesis neoclásica y, su creencia en el deus ex machina del progreso tecnológico. Este artículo ha recibido diferentes respuestas, entre otras, aquí (Antonio Turiel) y aquí (Pedro Prieto). También es posible una respuesta desde el paradigma de la economía ecológica a las que son débiles bases sobre las que Navarro construye su tesis, apelando incluso a Barry Commoner de una manera indebida.
Algunas de estas tesis propugnan un cambio en el modelo de crecimiento sobre la base de fuentes renovables que serán suficientes para continuar con nuestra sociedad de "progreso", en una especie, de desmateralización económica o, lo que Daly llama con acierto "angelización" del PNB (o el PIB). Estas propuestas adolecen de una gran debilidad argumental porque simplemente no contabilizan todos los costes que suponen, de la misma forma que no lo hace la economía neoclásica-keynesiana.
Algunas de estas tesis propugnan un cambio en el modelo de crecimiento sobre la base de fuentes renovables que serán suficientes para continuar con nuestra sociedad de "progreso", en una especie, de desmateralización económica o, lo que Daly llama con acierto "angelización" del PNB (o el PIB). Estas propuestas adolecen de una gran debilidad argumental porque simplemente no contabilizan todos los costes que suponen, de la misma forma que no lo hace la economía neoclásica-keynesiana.
Por ejemplo, hay gente que propugna la electrificación de la sociedad sobre la base de fuentes energéticas renovables, pero sin aclarar de donde va a salir la potencia necesaria para crear la colosales infraestructura necesarias para transformar la realidad actual. La cuestión es que los números de una sociedad basada exclusivamente en fuentes renovables no salen. Esas fuentes, ni tienen la potencia que algunos le atribuyen, ni por si mismas pueden funcionar, necesitan el auxilio de las fuentes no renovables. Para ver claramente está impostura me remito a este post y, el correspondiente estudio del Grupo de Energía y Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid. En él se dice:
"Para el caso de la fotovoltaica y la concentración solar el delito
quizás no es tan grave (se refiere a un estudio sobre la energía eólica): simplemente no se les ha ocurrido a la mayoría
confrontar lo que dicen sus papeles y sus cuentas con la simple realidad
en una cuestión clave para estas tecnologías: la densidad energética,
la energía eléctrica neta que viertes a la red por metro cuadrado de
ocupación real de las infraestructuras necesarias. Nuestros resultados
son contundentes: la densidad energética real es entre 4 y 7 veces menor
que la publicada en revistas científicas en las que luego se basan
informes como el de Greenpeace 100% renovables.
Y la cosa no acaba aquí, casi nadie tiene en cuenta que las energías renovables, como siempre dice nuestro amigo Pedro Prieto, son energías que se renuevan captadas con sistemas materiales que no se renuevan. Y nos topamos con límites parecidos a los que tienen las energías fósiles y nucleares: la escasez en un mundo finito con una economía soñando con el crecimiento perpetuo."
En apoyo de lo anterior, este artículo del profesor Chris Rhodes pone algunos puntos sobre las íes respecto de las bases no renovables de los sistemas renovables y, su relación con la energía, como no podría ser de otra forma.
Es habitual escuchar la posibilidad de un crecimiento sostenible, en otras palabras, lo mejor de los dos mundos, crecimiento del producto sin impacto o con un impacto reducido en el ecosistema. Es cierto que tal visión tiene el mérito de reconocer que la economía no es más que lo que Daly llama una sub-esfera de la esfera ecológica. Por lo tanto, se aleja del paradigma de la economía neoclásica-keynesiana que considera a la economía como una esfera aislada donde se producen intercambios entre diferentes sectores pero en el que no existe entorno. La naturaleza es un repositorio de materiales y energía y, un vertedero del sistema de producción. La energía, como los materiales, no son más que bienes intermedios para la producción, como explicábamos en una entrada anterior. Sin embargo, ignora de manera deliberada que dado que la esfera ecológica esta virtualmente en estado estacionario, no es posible para nada que éste incluida en la misma crecer más allá de sus límites. Es evidente que en ningún caso se podría llegar a ese extremo. El concepto mismo de crecimiento verde o, sostenible es un oxímoron que debe ser combatido, porque no hace más que sustentar la causa que nos ha traído hasta el lugar donde nos encontramos.
Daly señala la extrema debilidad de los medidores de renta o producción agregados como aproximaciones a la medición del bienestar (de hecho, existe una correlación negativa que hoy en día resulta cada vez más difícil de ocultar) y, nos revela que la forma de contabilizar las cosas, como ocurre con estas propuestas, tiene un impacto decisivo en las conclusiones. O dicho de otra manera, se contabiliza de una forma determinada para obtener el resultado deseado. En realidad, cuando hablamos de crecimiento nos referimos a crecimiento del PNB, PIB o cualquier agregado similar que mide sin contabilizar los costes de su obtención. En opinión de Daly, que comparto plenamente y, utilizando el lenguaje propio de la economía, podemos decir que en estos momentos los costes marginales superan a los beneficios marginales, lo que nos conduce al crecimiento antieconómico. El problema es que a nivel agregado, a diferencia de lo que ocurre a nivel micro, no reconocemos los costes de la producción.
Hay diversos problemas en el reconocimiento de los costes, pero uno que me parece significativo es que adolecemos de lo que calificaría de un problema de marco temporal. Daly lo expresa diciendo que el sistema no tiene en cuenta los costes intergeneracionales lo que es un problema de distribución y, no propiamente de asignación de recursos.
Para acabar está introducción, debo decir que suscribiendo el concepto de crecimiento antieconómico que ha sido una constante en muchos países desarrollados desde hace años, en algún caso décadas, hemos llegado a un punto en que, incluso el crecimiento contable de la producción medido en términos de PIB es, cada vez, más difícil y, parece otearse en el horizonte el decrecimiento o, como mínimo un estancamiento secular. Esta situación en la que estamos, conlleva algunos efectos muy relevantes que iré señalando en futuras entradas. Pero me gustaría pergeñar algunas ideas:
Y la cosa no acaba aquí, casi nadie tiene en cuenta que las energías renovables, como siempre dice nuestro amigo Pedro Prieto, son energías que se renuevan captadas con sistemas materiales que no se renuevan. Y nos topamos con límites parecidos a los que tienen las energías fósiles y nucleares: la escasez en un mundo finito con una economía soñando con el crecimiento perpetuo."
En apoyo de lo anterior, este artículo del profesor Chris Rhodes pone algunos puntos sobre las íes respecto de las bases no renovables de los sistemas renovables y, su relación con la energía, como no podría ser de otra forma.
Es habitual escuchar la posibilidad de un crecimiento sostenible, en otras palabras, lo mejor de los dos mundos, crecimiento del producto sin impacto o con un impacto reducido en el ecosistema. Es cierto que tal visión tiene el mérito de reconocer que la economía no es más que lo que Daly llama una sub-esfera de la esfera ecológica. Por lo tanto, se aleja del paradigma de la economía neoclásica-keynesiana que considera a la economía como una esfera aislada donde se producen intercambios entre diferentes sectores pero en el que no existe entorno. La naturaleza es un repositorio de materiales y energía y, un vertedero del sistema de producción. La energía, como los materiales, no son más que bienes intermedios para la producción, como explicábamos en una entrada anterior. Sin embargo, ignora de manera deliberada que dado que la esfera ecológica esta virtualmente en estado estacionario, no es posible para nada que éste incluida en la misma crecer más allá de sus límites. Es evidente que en ningún caso se podría llegar a ese extremo. El concepto mismo de crecimiento verde o, sostenible es un oxímoron que debe ser combatido, porque no hace más que sustentar la causa que nos ha traído hasta el lugar donde nos encontramos.
Daly señala la extrema debilidad de los medidores de renta o producción agregados como aproximaciones a la medición del bienestar (de hecho, existe una correlación negativa que hoy en día resulta cada vez más difícil de ocultar) y, nos revela que la forma de contabilizar las cosas, como ocurre con estas propuestas, tiene un impacto decisivo en las conclusiones. O dicho de otra manera, se contabiliza de una forma determinada para obtener el resultado deseado. En realidad, cuando hablamos de crecimiento nos referimos a crecimiento del PNB, PIB o cualquier agregado similar que mide sin contabilizar los costes de su obtención. En opinión de Daly, que comparto plenamente y, utilizando el lenguaje propio de la economía, podemos decir que en estos momentos los costes marginales superan a los beneficios marginales, lo que nos conduce al crecimiento antieconómico. El problema es que a nivel agregado, a diferencia de lo que ocurre a nivel micro, no reconocemos los costes de la producción.
Hay diversos problemas en el reconocimiento de los costes, pero uno que me parece significativo es que adolecemos de lo que calificaría de un problema de marco temporal. Daly lo expresa diciendo que el sistema no tiene en cuenta los costes intergeneracionales lo que es un problema de distribución y, no propiamente de asignación de recursos.
Para acabar está introducción, debo decir que suscribiendo el concepto de crecimiento antieconómico que ha sido una constante en muchos países desarrollados desde hace años, en algún caso décadas, hemos llegado a un punto en que, incluso el crecimiento contable de la producción medido en términos de PIB es, cada vez, más difícil y, parece otearse en el horizonte el decrecimiento o, como mínimo un estancamiento secular. Esta situación en la que estamos, conlleva algunos efectos muy relevantes que iré señalando en futuras entradas. Pero me gustaría pergeñar algunas ideas:
- El mantenimiento de la esperanza en el crecimiento es el pegamento de nuestra sociedad, sin esa esperanza las desigualdades se hacen más insoportables y, el tejido social lenta pero implacablemente se debilita. Daly cita a Henry Wallich en una frase demoledora que lo resume a la perfección:
“El crecimiento es un sustituto de la igualdad en el ingreso. En tanto haya crecimiento hay esperanza y, eso hace las grandes diferencias en el ingreso tolerables”
- Daly expresa de manera contundente como los dos factores neoclásicos de las funciones de producción, capital y trabajo aumentaban su productividad a costa de los recursos cuyo precio en el mercado estaba muy por debajo de su valor considerando sus costes sociales y ecológicos que son omitidos de las mediciones agregadas. Hoy en día, cuando estamos tocando las paredes de la esfera ecológica que nos contiene, ya no es posible resolver el conflicto entre capital y trabajo como se resolvió esencialmente después de la SGM a costa de la disminución en la productividad de los recursos. Es por eso, que el sistema capitalista debe resolver ese conflicto en favor del factor capital, lo que nos lleva a la última reflexión.
- La intensificación en el desigual reparto de la renta y, la riqueza es el medio que tiene el sistema de prolongar su agonía. Aunque pueda parecer contraintuitivo, si pensamos que nos enfrentamos a serias dificultades en el crecimiento del producto, aunque este sea antieconómico, cuanto más esterilizadas estén las expectativas generadas por el dinero/deuda, más podemos retrasar el enfrentarnos a una situación para el que el capitalismo no tiene respuestas. Cuanto más dinero/deuda acumulen los que más tienen menos impacto tienen sobre la producción actual (menor consumo marginal). Se traduce en el aumento de el precio de determinados activos, predominante financieros, y no se traduce en nueva producción. Esto es, sin duda, "self-defeating", pero permite hacer algo que nos es muy familiar, dar una patada hacia adelante, con el grave inconveniente de deteriorar aún más una situación que de por si no es nada brillante.