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jueves, 31 de octubre de 2013

La economia como sistema energético (I)

La mayoría de economistas a los que se les pregunte sobre la energía responderán que se trata de un bien intermedio para la producción de bienes y servicios, que no tiene ni más ni menos importancia que cualquier otro. Si una fuente de energía aumenta su precio, habrá incentivos para sustituirla por otra más barata. Además, una subida de precio incentivará las inversiones para aumentar la producción, para eso sirve precisamente el sistema de precios. Finalmente, también impulsará medidas de ahorro y eficiencia. En cada caso, el sistema reaccionará utilizando la más favorable o una combinación optima de las mismas.

Sin embargo, debajo de esos mecanismos subyacen ciertas hipótesis que son cuestionables. Pero vayamos por partes. En esta entrada debatiremos si la energía es un bien intermedio como cualquier otro o tienen algunas características que lo hacen singular.

Convendremos que la energía es un elemento imprescindible para la producción. Los factores neoclásicos de producción, capital y trabajo, son ambos dependientes de la energía. Ahora bien, si no considero a la energía como un factor limitante no tienen sentido que lo incluya en la función de producción. En la modelización de la producción, el paradigma neoclásico supone de manera axiomática que los recursos son infinitos (en su conjunto), o tan abundantes que no merece la pena tenerlos en cuenta. Desde la perspectiva de 100 años atrás tal suposición podía tener sentido, a día de hoy resulta una broma de mal gusto. A continuación veremos que las fuentes de energía además de ser un recurso finito no es comparable con ningún otro.

Antes de continuar quisiera señalar algo que me parece está en el núcleo de la discusión. La suposición de que los recursos son ilimitados ha tenido un efecto colateral y es la atribución en el modelo neoclásico de una parte sustancial del crecimiento económico a un deus ex machina, el progreso tecnológico, derivado del infinito ingenio humano (residuo de Solow). En mi opinión, una parte importante del éxito de esa explicación, que es aceptada con naturalidad, radica en que todos nos sentimos participes de ese ingenio cuasi omnipotente, aunque no colaboremos. De la misma forma que nos sentimos participes de los éxitos de nuestro equipo favorito sin formar parte de él.

Otra cuestión relevante que provoca la omisión de la energía en el modelo, es que considera al sistema reversible. Significa que tampoco existen residuos que puedan afectar a la producción o que estos son asumidos por el sistema ecológico. La reversibilidad ignora las leyes de la termodinámica al no ser esta, que si está sometida a esas leyes, parte del sistema económico. Es simplemente un almacén de donde se extraen recursos y se vierten los residuos que resultan de la producción pero que no se ve afectada. Es posible que un determinado recurso se pueda agotar pero siempre encontrará un sustituto para su reemplazo.

Para entender los efectos de la omisión de un factor limitante en el modelo neoclásico, conviene compararlo con los factores de producción de la economía clásica. Los clásicos tenían en cuenta, además del trabajo y el capital, el factor tierra. Su cantidad finita conducía finalmente a la economía a un estado estacionario (steady-state). En el paradigma neoclásico el factor tierra desaparece, y pasa a formar parte del capital. La intervención humana es la que la convierte la tierra en capital que es creado por la mano del hombre. De está forma se remueve el único obstáculo que inevitablemente tenía rendimientos decrecientes a largo plazo lo que constituía el impedimento esencial para postular el crecimiento ilimitado.

Volvamos a la explicación de porque los recursos energéticos son diferentes de cualquier otro bien intermedio. Mediante el uso de la energía se genera trabajo útil por unidad de tiempo (potencia) que se requiere para producir bienes o servicios sin importa lo "intangible" que sea el servicio. Tanto es así que nosotros mismos estamos limitados en nuestro esfuerzo intelectual, si nos hacen una pregunta difícil mientras caminamos lo más probable es que nos paremos incapaces de poder realizar una tarea tan sencilla ante la exigencia que supone encontrar la respuesta que requiere una actividad cerebral con mayor consumo de energía ya que nuestra capacidad de generar potencia es limitada.

Por otra parte debemos tener en cuenta tres factores claves en la obtención de la energía que necesitamos para producir:

  1. Obtener energía cuesta energía. Nos interesa únicamente la energía neta que obtenemos. Cuando el cociente de energía neta sobre energía invertida llega 1:1  deja de ser una fuente de energía, sin importar cuantas reservas tengamos. Este concepto se denomina tasa de retorno energético (TRE) que mide el saldo de la fuentes entre lo que obtengo y lo que invierto en obtenerlo. Una mejora de la tecnología puede permitir recuperar esos recursos si reduce la energía necesaria para su obtención. Sin embargo, las mejoras en eficiencia juegan en una liga distinta, a largo plazo los rendimientos decrecientes (costes crecientes en la obtención de los recursos marginales) superan cualquier reducción de eficiencia limitada por las leyes de la termodinámica. En este momento hacemos abstracción de que la ausencia de rentabilidad económica siempre se producirá antes que se llegue al saldo 0 de energía neta, salvo subvenciones que compensen la falta de rentabilidad.
  2. Las fuentes de energía primaria necesitan, en general, ser transformadas para su uso productivo. El vector energético obtenido tiene una energía inferior a la fuente de la que proviene. No sólo se pierde energía en la conversión, también en el transporte puede haber perdidas sustanciales (electricidad). La segunda Ley de la termodinámica actúa de forma implacable. Por lo tanto, a efectos prácticos, una fuente primaria deja de ser tal mucho antes que alcance la razón 1:1 entre la energía obtenida y la utilizada. Ojo aquí, un vector energético puede tener un TRE inferior a 1. Es evidente que eso es posible si dispongo de un conjunto de fuentes con TRE que me lo permitan.
  3. Siempre explotamos lo más fácil primero dejando lo más difícil para cuando no podemos satisfacer la demanda ya sea porque con los recursos fáciles no llegamos o porque estos se agotan. A medida que ponemos en explotación las fuentes más difíciles la TRE declina. Puede haber ganancias de eficiencia que permitan mejorar el saldo energético de los recursos marginales. Por ejemplo, la explotación de las arenas bituminosas del Canadá han mejorado su TRE con el tiempo por circunstancias muy específicas de esa explotación.  No obstante, la TRE nada tiene que ver con la del petróleo convencional on-shore. Como he dicho ganancias de eficiencia y rendimientos decrecientes son de ordenes de magnitud diferentes.
El lector se habrá dado cuenta que aunque los recursos fueran infinitos o tan abundantes como para no preocuparse, el hecho de que sean cada vez más difíciles de obtener provocará unas TRE decrecientes cuando debamos explotar los recursos marginales. El ejemplo paradigmático es el petróleo. Cada año se añaden nuevas reservas, los denominados petróleos no convencionales que prometen abundancia por décadas y décadas. La cuestión no es debatir sobre la existencia esos recursos, que en muchos casos son cuestionables desde el punto de vista técnico, sino que la mayor parte no son una fuente de energía tal como la hemos caracterizado. Reservas cuyas aportaciones de energía neta son bajas o negativas permanecerán sin explotar.

Si lo vemos desde el punto de vista del paradigma neoclásico, las reservas se explotarán cuando el precio sea lo suficientemente elevado para permitir la rentabilidad de las inversiones. Si el mercado lo necesita, lo obtendrá porque estará dispuesto a pagar por ello. En todo caso, habrá otras fuentes de energía que permitan obtener la mercancía, aunque haya dejado de ser una fuente en si misma. Pasará a ser un bien intermedio como un mineral y se explotará mientras sea útil. Lo decisivo no son las fuentes de energía, sino que podemos obtener la energía necesaria gracias al progreso tecnológico de forma ilimitada. En otras palabras, somo capaces de generar la potencia necesaria para el crecimiento, la energía no es el problema. Hoy son los combustibles fósiles, mañana será la fusión o las energías renovables la que nos permita continuar utilizando la palanca energética para el crecimiento. Vemos porque la energía es ninguneada y tratada como un bien intermedio y no como precursora de cualquier producción. Las fuentes individuales no tienen relevancia porque el supuesto de partida es la energía infinita, de donde viene en cada caso es circunstancial.

Resulta palmario que todo gira entorno a ese deus ex machina que interviene para eliminar barreras y permitir, aunque sea con altibajos, continuar con el crecimiento infinito. De la misma forma que eliminará nuestros problemas energéticos, también lo hará con los medioambientales. Puede parecer una caricatura, pero refleja un pensamiento dominante en nuestra sociedad. Es una forma determinada de ver el mundo y se toman decisiones de acuerdo con esa mentalidad que denominamos "business as usual" (BAU). Sus defensores dirán que no hay alternativa, hablarán de austeridad, competitividad, de sacrificios, de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades pero siempre prometerán que allá a lo lejos se divisa el paraíso. 

La cuestión es si tal posición se puede mantener ... en nuestro universo. Me temo que la economía en su afán por emular a la física se ha olvidado de ella y de otras disciplinas que necesita para tener una idea de la complejidad del mundo. La economía puede parecer muy complicada pero que sea complicada no significa que entienda la complejidad.

Como exponíamos en el primer entrada de este blog el paradigma neoclásico considera que el entorno social y ecológico son meros subsistemas económicos. De esta forma se elimina complejidad y se ignoran cuestiones esenciales. Un ejemplo paradigmático de lo anterior es la hipótesis de que los seres humanos se comportan racionalmente porque es la mejor forma que tienen de actuar desde el punto de vista económico. La cuestión es que los seres humanos son más que seres económicos y sus decisiones son más complejas que tienen en cuenta niveles superiores al económico. De hecho la palabra racional utilizada en ese contexto es un comportamiento ideal que es imposible ya que en ausencia de emociones somos incapaces de tomar decisiones, nos convertimos en Hamlet, todo lo contrario del postulado económico. Esta sorprendente conclusión se deriva de estudios con personas que han perdido la habilidad de registrar emociones pero mantenían el resto de capacidades no podían tomar decisiones. Irónico ¿no?.

He de aclarar que es el paradigma neoclásico el que debe argumentar de acuerdo con los datos y las teorías no falsadas porqué mantiene la hipótesis de la energía ilimitada sobre la base de un avance tecnológico siempre oportuno ante las necesidades que se presentan y que permiten el crecimiento indefinido de la producción de bienes y servicios. Los datos no corroboran tales teorías, el progreso tecnológico aunque pueda tener efectos de ahorro energético de segundo orden, y sin tener en cuenta los efectos rebote (a mayor eficiencia energética aumenta el consumo) estudiados por Stanley Jevons a finales del siglo XIX, es esencialmente un consumidor voraz de energía. A veces, nos es difícil ver cuales son los efectos compuestos de las cosas si las observamos como si fueran independientes.

No me resisto ha mencionar un ejemplo que me parece una metáfora de este hecho. Se realizó un estudio entre médicos para saber si eran conscientes de las probabilidades condicionadas. Se les dijo que una enfermedad tenía una incidencia de 1/1.000 y que existía una prueba que tenía una fiabilidad del 95%. Se les pregunto si un enfermo daba positivo cual era la probabilidad de tuviera la enfermedad. Asómbrense, más de dos tercios dijeron que el 95%. Por favor, no corran a anular su cita con el médico, pero si les hacen una prueba asegúrense que entiende bien como funcionan las probabilidades condicionadas, se pueden ahorrar un disgusto.

Para finalizar esta primera entrada sobre la economía como sistema energético, debemos tener presente que cualquier disminución importante del saldo neto de energía compromete o imposibilita el crecimiento. La disminución puede ser compensada sólo en parte mediante eficiencia. Pero el crecimiento de la población mundial que aspira a alcanzar unos estándares de vida que podríamos definir de clase media occidental, requiere aumentos de energía que son incompatibles con la ecología y las leyes de la termodinámica. Sin embargo, la imposibilidad de crecimiento no se traduce necesariamente en perdida de bienestar. Ahora bien la definición de bienestar se debe realizar en términos radicalmente diferentes a los habituales en economía, tema en el que ahondaremos en futuras entradas.

martes, 22 de octubre de 2013

¿Recuperación a la vista?


En los últimos meses, y especialmente en las últimas semanas, hemos sido testigos de una acumulación de artículos dedicados a la incipiente recuperación económica. Se nos advierte que aunque todavía no es detectable para los no iniciados en las tareas proféticas la recuperación está ahí y, tenemos a diario algún ministro que nos lo recuerda. En casi todos ellos aparecen advertencias respecto de los retardos entre la mejora de los mercados y, su reflejo en la economía real. En ellos se ponderan diversos datos que sirven de soporte para tal predicción; aumento de las exportaciones, subida de la bolsa, descenso de la prima de riesgo del bono a 10 años respecto del alemán o, la presunta mejoría en los balances bancarios a la espera de los nuevos test de estrés, entre otros.

El principal argumento es la suposición que los mercados anticipan las recuperaciones. Como acontece que los mercados exhiben una clara tendencia alcista ello se traduce en una mejora de las expectativas. En el caso de las bolsas de valores el razonamiento que soporta el supuesto es fácil de entender; la subida de precio de las acciones cotizadas anticipan la mejora de resultados de las empresas fruto de una activación económica, es decir, se cree que la gente de aquí y/o de fuera adquirirá más bienes y servicios que producen las empresas cotizadas aumentado sus beneficios (lo que se manifiesta en un PER elevadísimo de las sociedades cotizadas). Hasta aquí todo parece de sentido común y, oponerse parecería una postura irrazonable.

Sin embargo, toda esa estructura está basada en una serie de hipótesis que son falsas o en términos más "Popperianos", que han sido debidamente falsadas.

El supuesto de causalidad entre un mercado bursátil alcista y, el aumento de la actividad económica no se soporta en prueba empírica alguna. Puede existir en ocasiones una correlación entre los datos de uno y, otro pero nada que permita afirmar que de lo primero se sigue lo segundo. Como siempre se dice, pero pocas veces se cumple, de la existencia de correlación no se deduce necesariamente causalidad. En este caso ni siquiera la correlación está fundamentada.

Las burbujas de activos son conocidas, a la fuerza ahorcan, aunque desde el paradigma neoclásico de la hipótesis de la eficiencia de los mercados constituyan una anomalía inexplicable. Es cierto, que las burbujas pueden provocar un aumento de la actividad. Baste el ejemplo español de la pujanza del sector inmobiliario durante los años del crédito fácil que tenia el doble efecto de elevar los precios de los activos y, aumentar la producción de bienes inmuebles. Sin embargo, ambas situaciones ni siempre se dan simultáneamente ni tienen un final feliz ya que desestabilizan el sistema financiero por la creación de incentivos que generan riesgos sistémicos. No obstante, el paradigma económico dominante tiene en el crecimiento económico infinito su última razón de ser y los artículos reflejan esa narrativa.

Sobre los datos debemos estar prevenidos. Los datos a corto plazo tienen más ruido que señal. Cuanto más a corto plazo más ruido y, menos señal (significado) contienen. Lo movimientos diarios o, semanales del mercado de petróleo o, de valores tienen poco valor, pero se aduce que estamos ante tendencias a medio y, largo plazo, lo que está por ver. A partir de los datos, se induce mediante causalidades establecidas en los modelos económicos los pronósticos correspondientes respecto al futuro crecimiento o los cambios de tendencia. El fracaso reiterado de las predicciones sobre la base de esos modelos no parece hacer mella en quienes los utilizan.

El entrenador de béisbol Yogi Berra, famoso por sus frases ingeniosas, dijo:

“Past data has a lot of good in it, but it is the bad side that is bad”

Que el pasado nos de pistas sobre el futuro es lo que esperamos porque eso nos permite realizar predicciones consistentes y, fiables. Esa fiabilidad y consistencia nos da confianza en que podremos seguir con nuestra vida sin sobresaltos, lo que se puede resumir con la expresión inglesa “business as usual” (BAU). El problema como dice Berra es que están en donde no deben y, es porque predicen muy bien el pasado pero no el futuro, al menos, hasta que no se convierta en pasado.

El paradigma económico dominante es fiel reflejo del BAU y, busca recuperar la “normalidad” aunque sólo sea mediante cifras macroeconómicas que poco o nada tengan que ver con las penalidades de la gente corriente. Eso si, se nos pide franciscana paciencia para ver resultados palpables. Es normal que la mayoría compre esa narrativa ya que encaja perfectamente con lo que oye y, lee de los opinadores oficiales en los medios de comunicación de masas y, con lo que se nos ha inculcado.

Si consideráramos otros paradigmas como el que comentamos en otro post, la perspectiva es totalmente diferente. Si nos abstraemos del ruido mediático y, de los datos aislados en los que se fundamentan esas expectativas de recuperación nos encontraremos con la falacia narrativa que Taleb ha descrito tan bien. Creamos una explicación que elimina las incertidumbres y, encaja los sucesos en su sitio de acuerdo con nuestras propias creencias y, expectativas. El problema de encajar los datos en los modelos inductivos realizados a través de la inferencia estadística se reflejan en este post de Lars Syll.

No es cuestión de predecir cual va a ser el curso de la economía en los dos próximos años y, si la recuperación llegará a la economía familiar, porque es una quimera el pretenderlo.

Sin embargo, estoy convencido que cualquier atisbo de crecimiento significará un incremento en la presión sobre nuestros recursos naturales finitos y, más presión sobre el sistema ecológico vía emisiones contaminantes. La energía primaria que más ha aumentado en los últimos 20 años es para sorpresa de muchos el viejo, sucio y, siempre confiable carbón.


En mi opinión, de ser cierta la recuperación (siempre que sea un incremento apreciable del producto y no un mero incremento del precio de determinados activos) estaríamos ante un proceso "self-defeating". Cualquier aumento apreciable de producción necesitará más energía lo que en un plazo más bien corto empujará sus precios al alza. Un incremento de precios sustancial en el factor energético se propaga al resto de la economía, lo que por una parte puede llevar a políticas monetarias más restrictivas y, por otra, la renta se destina en cada vez mayor proporción a la energía y, se detrae del resto de opciones restringiendo el consumo. Hemos de tener en cuenta que la energía es un precursor del sistema económico pues cualquier producción de bienes o servicios requiere de su utilización, necesita en definitiva de potencia (trabajo útil por unidad de tiempo).

La energía fósil es el 80% del total de energía primaria que el mundo necesita para su funcionamiento. Pero debemos saber que obtener energía cuesta energía, es algo que siempre hay que tener presente. Lo primero que se explota es siempre lo más fácil (cherry peak) o, en otras palabras, las fuentes de energía con el saldo neto más alto. Eso significa que se necesita invertir poca energía para obtener mucha. Las mejores fuentes en términos de energía neta han sido hasta el momento las energías fósiles y, por encima de todas, por su versatilidad y, fácil manejo el petróleo. Como todo recurso finito y, no renovable en la escala del tiempo humana, a medida que agotamos lo más fácil debemos explotar los yacimientos más difíciles (en lugares peores, a más profundidad, de peor calidad) lo que significa que cada vez gastamos más energía y, el saldo neto mengua. Eso no es sólo válido para el petróleo, también afecta al carbón y al gas, las otras dos grandes fuentes de energía primaria.

Desde el punto de vista económico observamos costes marginales crecientes en las nuevas explotaciones que sólo precios más elevados permiten obtener rentabilidad o, al menos promesas de rentabilidad (ojo con la burbuja del fracking ). Las políticas de bajos intereses de los Bancos Centrales favorecen en gran medida esa rentabilidad al disminuir la carga financiera de las inversiones en las explotaciones marginales. Incluso instituciones como el FMI publican trabajos sobre las perspectivas en la producción de petróleo donde se concluye:

"While our model is not as pessimistic as the pure geological view, which typically holds that binding resource constraints will lead world oil production onto an inexorable downward trend in the very near future, our prediction of small further increases in world oil production comes at the expense of a near doubling, permanently, of real oil prices over the coming decade. This is uncharted territory for the world economy, which has never experienced such prices for more than a few months"

El problema es que la economía no puede soportar precios elevados de la energía so pena de sufrir estancamiento o recesión. Los precios que permitían que el total del sector energético no supusiera más allá del 3-5% del PIB eran compatibles con el crecimiento observado durante el pasado siglo. Pero los precios más elevados, como los actuales, comprometen el crecimiento al tener que dedicar cada vez más recursos a la energía cuya obtención requiere cada vez más inversiones y, más energía (el saldo neto se deteriora). No debe engañarnos el hecho de que la producción aumente ligeramente si realizamos la medición en volúmenes brutos, por ejemplo barriles de petróleo. El problema es de que están rellenos los barriles, no todos los líquidos que se suman en las estadísticas de producción tienen la misma energía. Los petróleos no convencionales tienen menos energía, en consecuencia, un barril menos de crudo no es sustituido por un barril de por ejemplo petroleo de esquistos (tiene entre el 70-75% de la energía del barril de crudo). Pero si ese barril de menos proviene de un campo de petroleo de Arabia Saudí el coste en energía de su extracción puede ser muy bajo, 3 o 4 barriles cada 100, mientras que un barril extraído en la formación Baken en EEUU puede costar entre 10 y 12 barriles cada 100. Si hacemos las cuentas veremos que los aumentos necesarios para compensar en términos de energía neta la perdida de un barril fácil de extraer y de alta calidad por uno difícil y de peor calidad no es 1:1. Además los pozos de fractura hidráulica se agotan a ritmos muy superiores a los de crudo convencional y, a medio plazo, cuando se van agotando los mejores lugares de extracción (sweet spots) hay que aumentar exponencialmente las prospecciones para mantener la producción (drill baby drill) en lo que se puede calificar como "Red Queen's race"



Es muy probable que si la recuperación fundamentada en la expansión de los balances de los Bancos Centrales y los bajos tipos de interés se plasma en aumentos de producción, o sea en crecimiento económico, las consecuencias a medio y largo plazo sean comprometer aún más los recursos escasos. Sería en definitiva un ejemplo perfecto de crecimiento antieconómico.

jueves, 17 de octubre de 2013

Precipicio Fiscal


Esta semana la información económica y política ha estado marcada por la batalla en EEUU a cuenta del precipicio fiscal que han mantenido Demócratas y Republicanos. Al final, ha habido prórroga hasta enero lo que sólo se pude calificar como un apaño.

Los mercados financieros no han estado excesivamente inquietos ante la presunta magnitud del problema que supondría el impago del servicio de la deuda norteamericana. Probablemente porque estaban bastante seguros de que el acuerdo o la prórroga era inevitable como así ha sido. Además, no es la primera vez que se produce esta situación y por ahora no ha llegado la sangre al río.

El dólar es la moneda global por excelencia en la que se desarrollan la mayoría de transacciones comerciales y financieras en el mundo. A pesar de que los mercados no han creído que se produjera un impago, las autoridades chinas han lanzado un aviso a navegantes sobre la necesidad de reemplazar al dólar como divisa global. Esta es una cuestión que se repite periódicamente en especial cuando se dan las presentes circunstancias.

Sin embargo, una transición a un sistema diferente del actual con el dólar como moneda de reserva es una cuestión extremadamente complicada.

El actual sistema de cambios flotantes con monedas fiduciarias, sin valor intrínseco y declaradas de curso legal para saldar deudas y pagar impuestos por los estados emisores, concede al dólar como moneda de reserva mundial ciertos privilegios exorbitantes. No causa sorpresa suponer que EEUU no va a renunciar sin presentar batalla, y en este caso no sólo en el sentido metafórico del término.

La moneda fiduciaria es una moneda de confianza como indica su etimología, y la confianza en el emisor es fundamental. Pero el emisor y el manejo que haga de la moneda es sólo una parte de la ecuación. La moneda es respaldada por un lado por la solidez de la economía del país que la reconoce como de curso legal, y por otra por los medios y la resolución en actuar cuando sea menester para defender su estatus.

En el caso del dólar esa resolución se expresa no sólo por medios económicos si no que tiene como última ratio el uso de la fuerza y para ello dedica una parte importante de sus recursos.

La eliminación de la convertibilidad del dólar en oro (35 $ = 1 onza troy) en 1971 además de otro factor que suele pasar desapercibido, el “peak” de la producción petrolera estadounidense en ese mismo año, pudieron poner en cuestión la supremacía del dólar como moneda global de intercambio. Los gastos de la guerra de Vietnam y de la guerra fría habían minado la confianza en que las reservas de oro estadounidense pudieran hacer frente a las solicitudes de redención de dolares por oro que de acuerdo con Bretton-Woods podían realizar el resto de países.

El cenit de producción de petroleo tiene relativa importancia como acontecimiento puntual pero es crucial para entender que EEUU había pasado progresivamente de una posición predominante en el mercado mundial a una posición de dependencia.


El aumento de su consumo cuando su producción empezaba a disminuir significaban un aumento espectacular de sus importaciones. La diplomacia estadounidense se centro en conseguir por todos lo medios necesarios crear alianzas con los principales productores de petróleo para que el dólar continuará siendo la moneda en que se realizarán las transacciones del oro negro, especialmente importante era y es Arabia Saudí con la que Henry Kissinger forjó un acuerdo histórico por su relevancia posterior.

El petróleo ha tenido y sigue teniendo un papel protagonista como principal fuente de energía, actualmente supone el 33% de la energía primaria de mundo. Aunque el porcentaje ha disminuido desde los años 70 goza de una serie de características como son la alta densidad energética, transportabilidad y versatilidad que lo hacen inigualable respecto a cualquier otra fuente de energía ya sea renovable o no. El que el dólar se convirtiera en el petrodólar significó un hito esencial en el mantenimiento de su statu quo como moneda de reserva mundial

Este sistema desde el punto de vista de los países con superávits significa que al no poder convertir esa moneda en oro, se ven obligados a invertir sus reservas en activos denominados en dólares, entre ellas la deuda del Tesoro de EEUU. Eso permite a EEUU soportar déficits por cuenta corriente de manera indefinida, por otra parte necesarios para mantener la liquidez necesaria en dólares para las transacciones globales denominadas en dólares. Este mecanismo concede a EEUU financiación barata porque los países con reservas en dólares desean colocarlas para obtener cierta rentabilidad. Si vendieran dólares de forma masiva estarían perjudicando su propia posición competitiva en el comercio mundial respecto a EEUU ya que encarecerían sus exportaciones y abaratarían las de EEUU.

Debemos tener en cuenta que el poderío militar de EEUU (la capacidad de proyección de sus fuerzas es inigualable por cualquier otra potencia) le permite que sus recomendaciones y/o amenazas estén respaldados por acciones contundentes. Eso marca una gran diferencia con otras zonas monetarias que carecen de ese instrumento de disuasión. Son conocidos los casos, siempre que quitemos los velos que la propaganda convenientemente ha creado, en que la acción militar ante la amenaza de dejar de vender el petroleo en dólares ha sido contundente.

No es de extrañar que la reacción a las amenazas de impago hayan sido muy matizadas y no se haya producido ningún pánico. Sin embargo, la debilidad política es el peor enemigo de la resolución necesaria ante avisos como el de China para la defensa del dólar como moneda de reserva mundial.

Deberemos estar atentos a los acontecimientos de enero de 2014 y si la credibilidad, esencial en este asunto, sigue erosionándose. De ser ese el caso el peligro de un conflicto como demostración de poderío, dar un golpe de puño encima de la mesa, aumenta y nunca faltarán objetivos.

martes, 15 de octubre de 2013

El Crecimiento antieconómico


El Dr Pangloss es un personaje de la novela Candido de Voltaire que en libre traducción de las raíces griego que forman el nombre sería lenguaraz o también aquel que sabe todas las lenguas. Su “optimismo” radical se refleja en la celebre frase:

“Todo eso era indispensable -replicaba el doctor tuerto- y de los males individuales se compone el bien general; de suerte que cuanto más males individuales hay, mejor está el todo.”

Las recetas económicas que escuchamos son un trasunto de esa opinión. Prescriben sufrimiento en pos de una mejora de la situación. La economía moderna se ha convertido en la Economía del Dr Pangloss y, por lo general, se admite como una solución cabal a nuestros problemas.

El lema de Margaret Thacher “There is no alternative” se repite machaconamente por políticos y economistas ortodoxos para negar la mera posibilidad de cualquier otra opción.

La social democracia europea ha comprado ese discurso y cuando se ha presentado lo que parecía en 2008 el derrumbe del sistema se ha quedado sin margen de maniobra. Siempre es mejor el original a la copia si se trata de llevar a cabo una determinada política y la gente es muy consciente de eso.

Este blog quiere ser una voz más contra esa corriente de la ausencia de alternativas reales y capaces de transformar el mundo en algo diferente. Utilizo la palabra diferente y no mejor o más justo o más equitativo porque esos conceptos deben ser debatidos dentro de lo que podríamos denominar un nuevo paradigma económico.

Creo firmemente en que el cambio de sistema capitalista es inevitable por razones que iremos exponiendo pero que son esencialmente los denostados y mal entendidos límites del crecimiento. La creencia en el crecimiento infinito prescinde del agotamiento de los recursos y el daño producido al medio natural sobre la base del ilimitado ingenio humano. Una postura que carece de base y es irracional lo que no deja de ser una ironía para una ciencia que construye sus modelos teóricos en el comportamiento racional de los agentes.

La economía tal como la conocemos se sostiene en un crecimiento exponencial que desconoce que no es más que una parte (subsistema) de esferas más grandes con las que interactúa en niveles de complejidad crecientes y en los que las esferas que la engloban tienen características que no pueden ser entendidas desde la esfera interior.


El economista estadounidense Herman Daly explica como hemos llegado a lo que acertadamente califica de crecimiento antieconómico, lo que desde el punto de vista ortodoxo sería un oximorón, al menos desde el punto de vista ideológico.

“Growth is uneconomic when it increases environmental and social costs by more than it increases production benefits” 

Ese punto hace mucho que se alcanzo en las economías desarrolladas.Lo que ocurre es que los instrumentos de medida empleados para su medición crean un velo para esconder la realidad. El crecimiento se asimila a bienestar de la inmensa mayoría y se mide mediante una contabilidad meramente monetaria. El bienestar esta ligado necesariamente a la renta y su incremento se traduce en aumento del mismo. Estudios en diversos países de la OCDE muestran que nos dirigimos a una distribución cada vez más desigual de la renta que no queda reflejada en instrumentos contables que empleamos como el PIB. Pero la distribución de la renta es sólo un aspecto del problema.

Como explica Daly no hay razón alguna para que los costes marginales no puedan ser mayores que los beneficios como ocurre a nivel microeconómico. El problema es que la medición agregada o macro contabiliza costes y beneficios en la misma cuenta como actividad económica con la fe del carbonero que esa actividad es abrumadoramente beneficiosa.

La actividad global no tiene costes de oportunidad porque engloba, eso cree la ortodoxia, la totalidad a diferencia de las actividades microeconómicas cuyo crecimiento se hace en detrimento del resto. Sin la existencia de techo el crecimiento infinito es posible y con unos retoques por aquí y por allí, infringiendo dosis de dolor a la mayoría, el sistema medrará. ¿Que es si no la creencia en el progreso económico?